Hace 2 años...
Es raro, me resulta raro levantarme cada día con el movimiento del mar zarandeándome de un lado a otro sin cesar. Tan solo he vivido dos tormentas en los tres meses que llevo en el barco y han sido el peor momento que guardo quitando desde luego las galeras para remar donde estuve las dos primeras semanas de prueba junto a un par de tripulantes nuevos que se han ido incorporando a mi vida por mi proximidad en la edad y estar compartiendo ese mal momento en lo más bajo del barco sudando, con las manos llenas de callos y la tripa rugiendo de hambre. Así he conocido a Gato, el chico de la mirada felina que se ha convertido en un buen amigo pese a que aún se guarda para el mismo sus motivos de estar aquí como yo hago con todo el que me pregunta, asombrosamente solo le he contado la media verdad a Gato, en vez de huir del amor de una sirena y de mi vida híbrida más bien huyo de un matrimonio que no deseo.
Me tumbo en la cama con la cabeza apoyada en la mano, mi mente viaja hacia atrás imaginando como se ha podido tomar Eva mi partida y deseando que esté con su familia intentando volver a ser feliz. Muchas noches cuando su ausencia no me deja dormir pienso en ella, deseo que ojalá vuelva a sonreír tanto como lo hacía conmigo, pero por otra persona, aunque me duela mucho pero sin duda sería lo mejor. En las noches que he podido dar alguna cabezada corta me he despertado sudando al verla con sus labios en los de otros, siendo todo lo que nosotros no fuimos con un tritón que no la abandona sin si quiera despedirse. Mi mano corre a tocar la caracola de mi cuello cerrando los ojos, la quiero tanto y me arrepiento de estar a kilómetros de ella, pero era la mejor y única opción.
-Buenos días grumete- ronronea Gato en la cama de al lado girándose a mirarme.
-Dirás buenas noches, llevo toda la puñetera noche en cubierta haciendo guardia- me quejo escondiendo la caracola.
-¿Te ha tocado esta noche a ti? Joder espero que se olviden de mí para mañana.
Rio ante su cambio de postura preocupado por tener que trasnochar, si algo he aprendido en el tiempo que llevo aquí con él es que odia pasar la noche en vela para hacer guardia en la cubierta por si hubiese algún posible ataque. Creo que debo estar agradecido a todas las noches sin dormir en la casa de la playa porque ahora tengo ese aguante de poder pasar más de un día sin dormir del tirón y no quejarme por ello.
-Ventajas de vivir una historia de amor de noche, no tener problemas de sueño- me siento en la cama mirándole directamente a él mientras pongo mis codos en las rodillas.
-No, más bien desventajas de vivir una historia de amor de noche, quedarte totalmente pirado en tu horario de sueño porque lo tuyo no es nada normal. ¡Puedes pasar días sin dormir más de dos horas!
-Lo confieso, soy un loco y por eso estoy aquí. No hay ninguna historia de amor, es más huyo de la justicia para no acabar ahorcado- alzo mis manos agachando la cabeza mientras oigo su risa.
-Gracias, ahora podré dormir mejor sabiendo que entre estas camas hay un puto loco. Un placer de verdad, yo no huyo, me echaron directamente.
Alzo mi ceja izquierda al oírle, se que sus palabras son de verdad pese a que las intente camuflar, me está intentando contar la verdad. Muerde su labio mientras se sienta en su cama imitándome para remover sus manos, nuestras rodillas quedan a centímetros de chocar y en su cara puedo ver las gotas de sudor por el calor que hace en este lugar.
-Puedes contar conmigo Gato- le aseguro apretando su rodilla con confianza.
-Me enamoré, cometí locuras y como según mis padres no esperé a confirmar formalmente nuestra relación eso nos ponía en un mal punto a ambos. También coincidió con que se produjo un robo en la aldea y bueno, al yo no tener cuartada pues fui el señalado- se encoge de hombros soltando un gran suspiro-. Nunca he sido querido por mis padres la verdad así que no era nada de extrañar que tarde o temprano me pidieran que me fuese lejos de ellos para que no me relacionasen con ellos, seguro que fingieron mi muerte o que me había escapado como un hijo vándalo que también colaría.
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Serea, la tradición
Novela JuvenilCuenta la vieja leyenda que las sirenas son seres que pocas veces se dejan ver pero cuando lo hacen debes atenerte a las consecuencias. Un cruce de miradas inadvertido, el roce tras el hundimiento del barco o cualquier cosa que te involucre con ell...