17. Puñales por la espalda

208 20 14
                                    

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Con once años antes de descubrir que las sirenas existían jamás habría creído en las hadas. Unos seres tan diminutos capaces de volar, cuerpo humano, habla humana pero a la hora de andar lo hacían moviendo sus alas alzando el vuelo para desplazarse con más facilidad y rapidez. Las sirenas en cambio tenían medio cuerpo humano y el resto en forma de pez pero nuevamente bajo el agua se movían mucho más rápido que los humanos como pasaba con las hadas en la superficie. Eran dos seres tan diferentes que me parecía imposible que existiesen aun pese haberlos visto a ambos y ahora mismo tenerlos a mi lado en la oscuridad del bosque la cual empezaba a escasear.

-Vale, entonces me estáis diciendo que buscáis a una sirena rubia- dice el hada.

-No joder- suspiro algo cansado ya de explicarle como es el aspecto de Eva.

-Mira hadita- empieza Gato con su ronroneo en la voz-, es una muchacha morena, ojos azules y su ropa es azul, es como el maldito mar al que te voy a llevar como vuelva a tener que explicarte todo.

-Vaya, vaya, luego los tritones no sois violentos.

Su risa es cortada rápidamente cuando Gato la atrapa en su mano dejándola inmóvil tan rápido que apenas la ha dado tiempo a reaccionar para echar a volar lejos de nosotros. Se remueve en el puño de Gato apretando sus labios con fuerza y aplicando la misma para escaparse de este, si no fuese porque se que es un tritón ahora mismo duraría si existen los humanos mitad gato mitad hombre.

-¡Oye suéltame!- se queja arremolinando sus piernas.

-Ni una más te paso que lo sepas, si te dejo suelta es porque mi amigo te necesita que sino ibas directa a darte una duchita.

-No sabía que los tritones y las hadas os llevabais tan bien- sonrío mirando a ambos.

Sus miradas de ira caen sobre mí y lo que para mí ha sido una broma ingeniosa por lo mal que se llevan pese a conocerse de hace un momento para ellos solo es rabia hacia mi. Alzo las manos en forma de disculpa para mostrar el arrepentimiento de lo que he dicho.

-Perdón, perdón, era ironía, cosas de humanos o yo que sé- intento arreglarlo.

Gato suelta a Maialen de su agarre y la mira para después negar con su cabeza para girarse hacia el campamento donde el ruido nos advierte de que los primeros se empiezan a despertar tras haber dormido durante toda la noche de guardia que hemos montado Gato y yo lo cual no ha sido cosa fácil porque la gran mayoría ha aceptado sin problema alguno, pero Herrán se negaba a estar bajo mi vigilancia durante tanto tiempo.

-Debes irte ya, van a despertarse y si te ven no vas a correr la misma suerte que con Gato- le explico a Maialen que se acerca a mí para quedar a mi altura.

-Está bien, yo iré buscando y si veo algo os aviso porque no creo que os podáis mover mucho o si quiera que sobreviváis la gran mayoría. Hay una laguna por allí donde suelen ir a parar varias sirenas y si la conseguís cruzar con vida es todo un logro.

-Vale, lo he pillado tranquila. Yo sé como organizar a mi tripulación- me apresuro a frenarla antes de que me cuente mi muerte.

-Si, eres el capitán, ¿no? Tu sabes que hombres llevar a la muerte y cuales quedarte a tu lado.

-Exacto, ahora corre o mejor dicho vuela porque están apunto de pillarte- la digo viendo como Gato se aleja para distraerlos un poco antes de que se acerquen a mí.

La diminuta figura humana desaparece delante de mí dejándome solo delante de las diez personas que me miran desde la distancia esperando a que me acerque y les desvele cual será el plan a seguir hoy. Tras las palabras de Maialen los miro uno a uno mientras me acerco con paso decidido aunque todo mi interior está lleno de dudas sobre que es lo que debería hacer o decirles para tranquilizar la impaciencia que muestran desde primera hora de la mañana.

Serea, la tradiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora