16. La diferencia

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POV's EVA

Hace 6 años...

Lo recordaba perfectamente. El momento en que crucé el arco esperando encontrarme a Hugo para contarle todo aquello nuevo que me habían dicho tras la undécima migración. Llegué tarde por primera vez a nuestro encuentro en el mar porque mis padres me habían entretenido de más e incluso pensé en la posibilidad de que ya no estuviese aquí al ver que yo no había aparecido, pero su barca me indicó que me estaba esperando pese a la tardanza y es que hace tiempo le dije que venía antes de lo que él se pensaba y desde entonces aparecía más pronto por aquel lugar haciendo que yo tuviese que buscar un escondite aún con el Sol señalándome visiblemente para todos. Mis anocheceres se habían convertido en ratos esperándole y después momentos con él hablando de cualquier cosa banal que se nos ocurría, como un día que me describió el barco de su padre que sin duda yo recordaba haber visto marchar. U otro día donde me dejó hablar durante toda la noche de como había sido mi primer encuentro con las ballenas, así como el momento en que corrí avisar a mi familia y después a él.

Hugo era esa persona que podía pasarse horas junto a mi charlando del clima, del mar y las algas, pero también tenía momentos donde solo escuchaba y en sus ojos de un color verdoso podía ver cierto brillo que me hacía saber que no solo oía sino que también me miraba lo más profundo de mi llegando casi hasta esas partes que creía tan mías que temía compartir.

Moviéndome bajo el agua me acerqué a la barca poco a poco esperando darle un susto como tanto me gustaba hacer. Mi cuerpo supo en algún extraño momento del camino que algo no iba bien porque la posición donde estaba la barco no era sin duda una de las que solía coger Hugo, es más esa parte del pequeño trozo de mar era donde menos le gustaba dejar la barca quieta por la cantidad de rocas que había. Era más por mi para que no me dañase la aleta que por la embarcación y los daños que pudiese sufrir. Cuando apoyé mis manos en el extremo y me asomé lo vi, el vacío más absoluto que podía haber en aquel sitio y el cual se traslado a mi interior. Deje de respirar por un segundo con el pánico adueñándose de mi y mientras recorría con la mirada el pequeño trozo de madera sin remos supe que Hugo había caído al mar donde su cuerpo estaría jugando un duelo mano a mano con la muerte. Me hundí tan rápido como puede arremolinándome a mi alrededor, buscándole por todos lo sitios que se me ocurrieron hasta que unas pequeñas gotas de sangre aparecieron ante mis ojos, bastó con seguir ese rastro rápidamente como un tiburón hambriento para llegar hasta él y encontrarle entre un par de rocas inconsciente. No recuerdo bien como lo llevé a la orilla ni como fue esa primera vez de mi cambio a forma humana, pero si sé que cuando vi su pecho subir y bajar nuevamente empecé a ser consciente de la sensación de la falta de mi cola y lo pegajosa que se sentía mi piel al completo por la sal marina que en mi forma natural no era consciente de ella.

Ahora miro ese día desde lejos, con dos migraciones más, trece en total, y comprendo que era lo que sentía, porqué cuando vi esa barca vacía oí algo romperse dentro de mi. Pensar que hubiese pasado si yo no lo hubiese encontrado a tiempo me mata por dentro, el ser consciente de que quizás Hugo hubiese muerto allí entre las rocas al esperarme solo ha hecho cargarme de culpa todo este tiempo. No le he vuelto a dejar ir allí a solas en la noche sino que nos reunimos en la casa cerca de la orilla que hemos hecho nuestra. No voy a dejar que le ocurra nada nunca, pienso asegurarme de que si la muerte viene a por él sea algo que se escapa de mis posibilidades para frenarlo, de mientras primero se las tendrá conmigo antes de llevárselo a él.

-Eva, ¿Eva donde estás?- oigo a mi hermana llamarme.

Corro a recolocar lo que iba a ser mi cuartada de esta noche escondiéndolo de la vista de mi hermana que no se para si quiera en llamar a la puerta. Aparece como un torbellino removiéndose por todos los rincones de mi cuarto, se sienta en la cama tamborileando en su larga cola esperando a que yo la acompañe ocupando el sitio de al lado.

Serea, la tradiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora