30. Últimos recuerdos

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Hace 2 años...

¿Cómo se despide al amor? Cuando uno sabe que se va alejar de la persona que ama para siempre cómo debe despedirse porque estoy casi seguro que dos besos no son suficiente para calmar ese dolor, el hueco que va a dejar marcharse sin la otra mitad de su corazón aunque con Eva podía hablar más bien de todo mi corazón.

Llevo una semana preparándome para despedirme porque se  que pronto llegan más barcos piratas a la costa, pregunte al último que vi rogando por alargar un poco más nuestra eterna despedida que debe ser hoy ya que mañana tras el atardecer estaré abordo del barco pirata que quiera recogerme como novato que soy pese a que mi tío ha hecho todo el esfuerzo del mundo por enseñarme las últimas cosas que él sabía sobre el mar. Solo él sabe que me voy para no volver, me va ayudar a distraer a mi madre cuando falte a la mañana siguiente de mi marcha y más tarde le contará la verdad. También le he pedido que cuando me vea irme vaya por mí a la casa de la playa y le diga a Eva que me he tenido que ir para que no vuelva a salir más de Serea, que se quede en un lugar seguro y no juegue con su vida como ha estado haciendo estos últimos años junto a mí yendo a la ciudad y reuniéndose conmigo cada noche en aquel lugar. Hemos tenido suerte que nunca nadie me haya seguido, que para todos siempre he sido un loco que se escapa a hurtadillas de su tío a intentar ver sirenas más haya de donde lo hacía mi tío fracasando de igual manera que con él. Debería estar eternamente agradecido a esa locura que persigue a mi familia como una condena escondiendo nuestro secreto, ahora salvándome mi vida de híbrido.

¿Cómo se despide el amor? Puede que un día en medio del mar deje de notar el dolor que me produce no tenerla junto a mí. Quizás en las noches al inicio sea incapaz de dormir pensando en ella, en cómo estará o lo que estará haciendo, si la he roto o ha rehecho su vida. Lo mismo todo pasa y no me entero ya que es imposible contar el tiempo en el mar donde todo es subidas y bajadas, pero algo en mí sabe que pase el tiempo que pase nunca voy a olvidarme de ella, de Eva, la sirena que me tiene en sus manos sin si quiera haber pestañeado a los diez años.

Desde que tomé la decisión he pensado mil veces en si es la opción correcta, dejarla atrás confiando en que su vida irá a mejor alejada de mí, un chico mitad humano mitad tritón pero no como ella, sino que solo soy tritón en su propio mundo. Varias noches con su cabeza sobre mi pecho marcando una respiración calmada mientras le acariciaba la cabeza he pensado en contarle la verdad de mi familia para poder preguntarla si me aceptaría con ella en Serea, pero el miedo ha ganado en todas la conversaciones que he tenido en silencio con ella durmiendo imaginando sus contestaciones.

¿Cuanto vive el amor? Por lo que he visto creciendo en casa es eterno, pero en la calle no. La gente empieza a querer con toda su alma y cuando el tiempo pasa por encima de ellos lo olvidan dejando atrás todas esas primeras emociones que le hizo sentir en un inicio. Tengo claro que Eva y yo somos muy diferentes, demasiado como para parecernos a cualquier pareja que haya podido ver por el puerto despidiéndose o en una taberna comiéndose a besos tras un reencuentro. Si quiera somos dos humanos como para sentir como ellos, lo nuestro va más allá.

Camino con el paso tembloroso hasta la casita de la playa, parando antes de llegar a la misma para verla, quedarme con cada uno de los detalles en mi cabeza para si algún día decido regresar saber que es aquello que ha cambiado en ella. El sol cayendo la ilumina de un tono naranja brillante, giro sobre mis talones viendo la puesta de sol que tantas veces he apreciado en el mar, hoy hemos acabado antes nuestro encuentro de la tarde con la excusa de que mi tío debía hacer unos favores aunque en realidad era para que me diese tiempo a venir con anterioridad a la casa y ver por última vez como Eva abre la puerta de la media luna que tantas veces he empujado con su cuerpo junto al mío besándonos con ímpetu tras haber estado fuera disfrutando de la brisa marina o a la vuelta de una de nuestras tantas clases de natación. El sol cae con una rápida lentitud que la hace preciosa por parecer eterna pero a la vez fugaz, como si fuese acabar en cualquier momento pero las poleas que mueven al sol impidiesen que este llegue a si fin. Vuelvo a mirar la casa, la pequeña casa que no guarda recuerdos de nosotros dos sino que nos contiene a ambos, inmortaliza nuestra amor y la historia de verdad que hemos vivido en estos siete años juntos los cuales no han sido pocos.

Serea, la tradiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora