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Ya me había hecho heridas de pequeño, recuerdo con exactitud esas que me curó Eva tras volver en la barca de mi tío y dejarme golpear por las olas. Me dolieron y escocieron más que ninguna otra, pero no quise preocuparla a ella cuando me las curó pese a quejarme agarrándome a sus faldas para acallar todo los gritos que pedían salir de mí. Ni si quiera me dolió tanto aquellas que me hice en la herrería donde trabajé para llevar dinero a casa, y no fueron pocas ni muchos menos pasaron desapercibidas sobre todo al tacto del mar donde más escocian. Esta era diferente, el ardor que sentía en mi espalda cercano al omoplato había hecho que mi cuerpo se deslizara por el tronco de la palmera donde me apoyaba junto al cuerpo de Herrán que ya había dejado la tierra para bajar al infierno junto con el diablo. Noté todas y cada una de las pequeñas esquirlas que tenía el tronco al bajar apoyado en él, aumentando mi dolor.
Cierro los ojos oyendo los gritos de la tercera sirena mezclados con los de Gato y Hades que antes de dejarme descansar he visto apunto de ganar esa victoria mientras que la cuarta sirena se deshacía de todos los que quedaban en pie que no eran más de dos.
-Oh vaya, un pobre hombre herido- dice una voz haciendo que abra los ojos para ver la figura de mujer ante mi.
-Si quieres deshacerte de mi hazlo ya así me quitas este dolor- la ruego esperando que decida dejarme sufrir para aferrarme a la posibilidad de salir con vida de aquí.
Se agacha frente a mí moviendo el cuerpo de Herrán que mira extrañada al verle la herida en el abdomen que le ha hecho morir desangrado, sus ojos se vuelven a mí dejándome ver sus labios abiertos con un pequeña "o" formada en estos intentando comprender que es lo que ha pasado y porque yo estando herido tengo al lado a un muerto de puñal cuando ellas se sirven de si mismas para acabar con nosotros.
-Me quiso matar, ya ves- rio irónico moviendo mi cuerpo sintiendo el dolor que me hace soltar una queja en forma de gruñido.
-¿Por qué ibais a mataros entre vosotros cuando estáis luchando contra nosotras? Podríais haberlo hecho después o antes, si quiera sabías si alguna de nosotras le íbamos a matar- parece regañarme por haberle quitado la oportunidad de matarle.
-Él fue quién vino a por mi.
-Lo humanos sois siempre tan inútiles- dice recordándome la voz de Eva quejándose en la casa de la playa-. Ahora ni un ni el otro vais a salir con vida, en fin al menos me has ahorrado mancharme las manos, no te creas que me gusta mucho la verdad.
Suspiro al sentir mi respiración más pesada junto con el peso de mis párpados. Mojo mis labios secos ante el esfuerzo que he hecho y del que poco me queda ya que no soy capaz de subir y bajar mi pecho sin notar el fuego que hay en mi herida la cual probablemente deba de estar cogiendo una infección peor a cada minuto que pasa.
-Mira, la opción de dejarte aquí sufriendo me gusta la verdad porque tus amigos no pueden con mi hermana y ella está apunto de acabar con ellos así que tu solo en esta palmera acabarás muriendo de pena- estira su mano para acariciar mi cara.
Cierro los ojos aprovechando aquella sensación para imaginarme a la chica que vine a buscar a este sitio. Vuelvo a ver sus ojos azules marinos tan profundos que eran capaces de dejarme sin palabras con solo mirarme. Aquella pequeña nariz que tantas veces toqué jugando con las corrientes que traspasaban nuestros cuerpos a cada tacto. Sus labios, la carnosidad de ellos envolviendo a los míos tan débiles y dañados al día que por la noche siempre se encargaba de dejarlos suaves añorando los suyos el segundo que nos separábamos a respirar. Suspiro al empezar a ver su cuerpo, su figura al completo con las caderas delineadas como si la acabase de pintar el mejor artista del país y mis manos deslizándose por ella aquella noche donde nos dejamos llevar deshaciéndonos de la ropa que nos pesaba a los dos. Fue el momento donde ambos comprendimos que encajábamos, y sino eramos capaces de amoldarnos al otro con la delicadeza de no romperle formando en esa casa un mundo diferente al suyo y al mío. Había perdido todo aquello que recordaba al irme, había renunciado a tener mi vida con ella y ahora paradójicamente iba a perder mi vida por buscarla. Estaba empezando a comprender cual era aquella tradición.
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Serea, la tradición
Fiksi RemajaCuenta la vieja leyenda que las sirenas son seres que pocas veces se dejan ver pero cuando lo hacen debes atenerte a las consecuencias. Un cruce de miradas inadvertido, el roce tras el hundimiento del barco o cualquier cosa que te involucre con ell...