29. Una única salvación

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No recordaba en que momento había cerrado los ojos, simplemente recordaba como Gato con el Bigotes me había traído hasta mi cuarto y obligado a beber un brebaje que este segundo me preparó rápido mezclando cosas que yo desconocía. Su sabor era amargo lo que me hizo tener que contenerlo en la boca para no escupirlo asqueado. Después Eva entró en la habitación y si quiera recordaba la conversación que tuvimos, a mi me bastaba con volver a tenerla cerca y así ha pasado cuando me he despertado. Su cabeza estaba en mi pecho, tenía una respiración pausada pero que te dejaba saber que aún seguía con vida por lo que agradecí aquel momento donde regresé a hace dos o tres años con ella durmiendo cada noche conmigo, compartiendo juntos todos esos momentos que embusteramente robé creyendo mal que sería lo mejor. Mi mano se enreda en su pelo con cuidado acariciando su cabeza dejando un dulce beso en lo alto de la misma, estamos juntos por fin y desearía quedarme para siempre en este momento junto a ella en el que es mi barco apartados de todos, pero en el momento que estiro de más mi brazo para rodear su cintura el dolor en mi espalda me recuerda porqué Gato ponía tanta insistencia en sacarme de Doñana. Mi vida aún sigue en juego.

Un leve quejido sale de entre mis labios haciendo que Eva se mueva en mis brazos estirando sus piernas con ganas para desperezarse. Veo sus ojos abrirse poco a poco chocando con la luz de la vela que hay cerca de nosotros, son tan bonitos los despertares junto a ella.

-Mmhm- dice con sus labios cerrados en una sonrisa.

-Hola sirenita- mis labios besan su nariz diminuta haciendo que cierre los ojos ante el gesto.

-Hola principito- me devuelve apretándose junto a mí dejando nuestros dos cuerpo completamente juntos.

-Ey, ey mi herida.

Como un resorte Eva se separa quedándose sentada en la cama mirándome con preocupación asustada por mi queja ante el dolor que he sentido de la piel tirante.

-¿Puedo ver esa herida?- me pregunta mordiendo su labio volviendo acercarse con las manos por delante.

-Claro, hazlo por mi ya que no sé si quiera el aspecto que puede tener ya, solo siento dolor.

Me recuesto en la cama con su ayuda apoyando mi cabeza en su hombro y Eva sube poco a poco mi camiseta sucia para dejar la herida al aire. El poco aire que corre me calma por segundos la quemazón haciendo que sienta alivio ante ello. Dejándome con el cuerpo hacia delante Eva se cuela en mi espalda para examinarla con todo lujo de detalles, noto la yema de sus dedos tocar la tirantez y casi puedo ver como mordisquea su labio con nerviosismo ante lo que sus ojos observan.

-¿Cómo está?- me atrevo a preguntar con la calma que me produce su piel rozando la mia.

-Esto...esto está...- titubea y reconozco que no sabe si debería mentirme o ser sincera.

-Eva, la verdad por favor. Vamos a dejar las mentiras a partir de ahora.

-Está fatal Hugo, necesitas que te la vea ya Melusina- farfulla volviendo a sentarse frente a mí.

-¿Melu qué?

Una pequeña risa tímida sale de su boca ya que el momento no es el idóneo pero yo no puedo evitar hacer esos comentarios que tanta gracia siempre la han hecho. Sonrío al verla, al ver como sus mejillas se inflan y su nariz sube disimuladamente al aguantar la risa.

Serea, la tradiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora