25. Un destello de luz

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Actualidad...

Me había costado reencontrarme con Eva, dos años y varios meses más que mi yo de dieciocho años creyó que serían los mejores, e incluso que serían más, pero lo cierto es que todo este tiempo donde Eva no ha sido más que una ilusión tras las batallas en el mar, o un recuerdo en las noches donde me era imposible dormir y debía pensar en aquella calidez de su cabeza en mi pecho acompañada de su respiración pausada, todos estos momentos de verla en mil caras pero a la vez en ninguna me habían dolido hasta casi acabar conmigo como estaba ahora. Un iluso es lo que fui cuando creí que por alejarme de ella terminaría con todo ya que no quería que la historia de mi pasado se repitiese como mi tío me había dicho que pasaba. La quería y quizás aquel antepasado luchó por permanecer junto a su amada mucho más de lo que yo lo hice, pero saber que yo no era como él, que no era un simple hombre, me hacía sentir vértigo. Yo tenía una mezcla en mi sangre que nadie conocía, esa mezcla que debía de mantener oculta por mi bien y el de la gente que me rodeaba para aquel entonces. Recuerdo la cantidad de veces que en ese último año en tierra la pesadilla del fuego ardiendo y los gritos de Eva me habían acelerado más el corazón que aquellos sueños donde me despertaba con mi mano acariciando el cuello comprobando que ninguna soga me axfisiaba.

Entre Gato y Eva me ayudan andar hasta Ondina para poder huir de aquí antes de que las sirenas lleguen a nosotros buscando venganza por los asesinatos que hemos cometido. Mi cuerpo no puede ir rápido, es incapaz de dar más de cinco pasos sin tropezarse y por lo que veo en mi tez más blanca de lo habitual, debo haber perdido demasiada sangre, más de la que yo esperaba haber derramado para llegar hasta Eva.

-¿Sabe Samantha que estáis aquí?- dice Eva mirando a Gato por encima de mi cabeza.

-Si, tu hermana fue hacerle una visita antes de zarpar hasta aquí- confirma con un tono de voz serio Gato recolocándose mi brazo en sus hombros.

-¿Os visteis?

-Si- Gato suena serio, como si no quisiese hablar del tema.

El silencio nos vuelve a rondar mientras que Hades y Maialen se abren pasa ágilmente delante de nosotros, ahora estamos deshaciendo el camino por lo que no hay que preocuparse de ir machete en mano para romper las ramas.

-¿Qué pasó?- inquiere Eva de nuevo aunque esta vez mira al frente.

-Nada, como debía de ser.

-Eso no es verdad- puntualizo yo alzando mi cabeza a la altura de las suyas-. Tu hermana estuvo mucho más distante y seria que nunca.

-¿Tú estabas en medio?- dice Eva mirándome con sus labios abiertos sin comprender bien la situación.

-Fue en mi camarote, Samantha hablaba conmigo y entonces vino él- suspiro haciendo una pausa para poder recuperar fuerzas-. Ella le echó en cara cosas que me dieron a entender que es uno de los vuestros, un tritón.

-Pensé que la herida te había dejado sin fuerzas, lo mismo puedes andar solo hasta el barco ¿no cree capitán?- la voz de Gato completamente seria hace que me aferre a su camiseta para que no me suelte.

-No hagas eso por favor Gato- suplico viendo el enfado en sus ojos, le sale el felino que lleva dentro y me hace detenerme del miedo.

-Ey, no pares- Eva se queja ante el tirón que ejerce mi brazo en ella.

-Estas loco si piensas que te iba a soltar cuando te he llevado junto a ella aunque prefería traerte al barco y salvarte a tí- me acusa Gato aferrándose con fuerza a mí para hacerme seguir andando.

Trago saliva volviendo a encaminarme junto a las dos personas que están haciendo que mi cuerpo siga funcionando pese a que el tiempo se me agota más y más rápido.

Serea, la tradiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora