Hace tres años...
Las palabras de mi tío y mi madre me persiguieron toda la tarde, había recreado la historia de ese pasado mío en mi cabeza al menos cincuenta veces pensando que ya hubo alguien como yo que se enamoró de un sirena, alguien que mantuvo una relación más duradera que la mía con Eva y es más, había formado una familia junto a ella.
Yo solo quería pasar tiempo con la chica que me enamoro, me daba igual si estábamos juntos como lo estaban mis padres o si teníamos un hijo como hicieron mis padres ya que aún consideraba que era joven para ello. Tenía diecisiete años y ella dieciséis migraciones por lo que no podíamos pensar en un nosotros tan largo pese a que mis padres lo hicieron con un par de años más que yo. Yo era de esos que pensaba que tener una familia tan joven te ataba aunque con Eva me daba igual atarme a cualquier lugar, lo que no quería era atarla a ella. Estábamos juntos, sí, aunque ninguno lo hemos formalizado con nuestras propias palabras porque no hemos sentido esa necesidad sino que los besos, las caricias y las corrientes por el cuerpo cuando nos rozamos ya nos hacen saber que algo ocurre entre ambos.
La noche se había echado rápido sobre el cielo, desde la playa junto al puerto vi como se iba cayendo el sol inundando de colores vivos como el fuego el cielo, y su caída rápida me había hecho tomar una decisión que me costó elegir. No le contaría nada a Eva sobre los rastros de sirena que tenía en la sangre pese a que me moría por hacerlo, sería mejor callarlo y esperar que se me ocurriese una solución.
Un suspiro se escapa entre mis labios cuando me levanto de la arena sacudiendo mis manos, oigo un par de pisadas acercarse a mí, con paso decidido y pese a que ya el sol no nos ilumina sus colores aún latentes lo hacen dejándome ver el desgaste de un hombre mayor que se acerca hasta mí parándose a un par de pasos guardando una distancia prudencial para escrutarme con la mirada y finalmente acercarse a mi dejando la mínima distancia entre ambos. Su mano dura, con callos por toda ella, se apoya en mi hombro y en sus ojos del color verde como son los míos compruebo que sigue mirándome la cara como si esperase a que yo dijese algo.
-Deberías hacerte pirata- comenta con una voz rasgada.
-¿Qué?- pregunto frunciendo el ceño.
Mi cabeza vuela rápidamente a esa semana con quince años donde viví la vida de un pirata. Avisé a Eva de que iba a irme y no la gustó la idea de pasar una semana sin verme, aún así cuando volví esa misma noche después de la reprimenda de mi madre por abandonarla con mi tío, ella me esperaba como siempre en nuestra pequeña casita con todo un manjar que había estado preparando con ayuda de Zulima para cuando volviese recuperar las fuerzas que podría haber perdido.
"La media luna de la puerta de aquella tan particular casita estaba iluminada, entonces supe que Eva me esperaba como cada día pese al enfado que me dejo ver la última noche que pasamos hace una semana donde discutimos sobre si debía o no ir a la aventura que me apetecía vivir. Ella lo veía como una perdida de tiempo además de no comprender el porqué mientras que yo solo quería reconciliarme con el tras quitarme a mi padre y el accidente que sufrí.
Abro la puerta con cuidado contemplando como su silueta va apareciendo ante mi poco a poco, se para en medio del pequeño salón camino a la cocina, remueve su pelo de espaldas a mí murmurando una melodía que se escapa de mi conocimiento pero hace que me quiera quedar quieto para seguir oyendo su dulce voz tararear con delicadeza aquellas palabras que parecen necesitar mimos para ser pronunciadas. Finalmente suspira dándose por vencida con el pelo y gira sobre si misma dejando caer sus brazos a ambos lados de su cuerpo chocando su mirada con la mía.
-Hugo- dice con sorpresa al verme llevándose una mano al pecho.
-Estás guapísima, voy a empezar a irme semana tras semanas para cuando vuelva verte así- sonrío acercándome a ella cerrando tras de mi.
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Serea, la tradición
Teen FictionCuenta la vieja leyenda que las sirenas son seres que pocas veces se dejan ver pero cuando lo hacen debes atenerte a las consecuencias. Un cruce de miradas inadvertido, el roce tras el hundimiento del barco o cualquier cosa que te involucre con ell...