Hace 8 años...
Respirar es algo que hace tu cuerpo sin pensarlo. Inhalar profundamente haciendo así que se expanda el tórax y exhalar sin retener el aire, dando lugar a un círculo infinito donde la rapidez y fluidez es lo que manda. Cuando te despiertas no piensas en como debes respirar, no andas pensando en coger y soltar aire y mucho menos te duermes con ese único pensamiento ya que tu cabeza, tu cuerpo entero, lo hace sin pensarlo, toma el aire por ti para expulsarlo de seguido manteniéndote con vida. El problema está en cuando no tu cuerpo no es capaz de hacerlo, ahí si debes obligarte a pensar como se hace algo tan sencillo para vivir. Así notaba que lo intentaba hacer yo ya que mis pulmones eran dos bombonas de oxígeno ardiente que pedían aire pero mi cuerpo no reaccionaba, incapaz de moverme o abrir los ojos para ver que era lo que había a mi alrededor.
-Venga, vamos por favor- oigo a mi lado una súplica.
Mi cuerpo se levanta del suelo para apoyarse en la persona que me acompaña y es ahí donde la corriente que va de esa parte de mi costado que toca piel con piel hasta la punta de los pies me agita entero reactivándome. Inhala y después exhala sin que yo tenga que volver a pensar en ese absurdo gesto que me era imposible de hacer. Los brazos de la persona que me acuna me rodean dejándome oír su sollozo cuando acerca su cara a mi oreja. El dolor que recorre mi cuerpo me hace consciente de las posibles heridas que puedo tener después de haber navegado bajo el agua dejándome llevar como el trozo de remo que se me arrancó de mis manos.
-Estás vivo, estás ...- murmura la suave voz en mi oreja.
La reconozco no solo por su voz sino por la sensación de electricidad que me envuelve al estar en contacto. La chica por la que estuve esperando y la misma en la que pensé mientras mi cuerpo se removía solo por el mar dejándose llevar pensando que así todo acabaría antes y en parte lo ha hecho, ya ha acabado.
-Feliz undécima migración- suspiro notando la tirantez de mis labios al sonreír.
Una pequeña risa la hace vibrar junto a mi cuerpo. Cuando aleja su cabeza de mí intento abrir los ojos para ver el azul que quería haber visto como última vez y el que quiero que sustituya a ese recuerdo de la gama oscura que era el cielo.
Lo primero que veo son sus ojos llenos de lágrimas y con un poco de rojo que marcan todas las venitas diminutas que conforman su mirada. Sonrío al ver su cara al completo, y sé que algo en mi suena, sé que la voz de mi tío retumba en mi interior "no enamorarse", pero cómo va a evitar eso un crío de once años que nunca ha experimentado el amor de esa forma.
Su mano acaricia mis mejillas haciendo que reprima un gesto de dolor cuando toca lo que probablemente sea una herida en carne viva, pero es lo que menos me importa. Al conseguir despegar la vista de su cara de felicidad y tranquilidad las mangas que formaban el top de su cuerpo han desaparecido, se han sustituido por una fina tela clara, como el cielo despejado por las mañanas. Mis ojos recorren su figura sentada junto a mí cayendo en el corsé que porta estilizando su cintura pese a tener una edad muy temprana para llevar algo así, pero no paro ahí ya que lo poco que veo de su parte inferior ya no es una aleta sino que se ha convertido en lo que parece una enorme falda de diferentes tonalidades de azul, desde el claro de sus mangas largas pasando por el de su propios ojos y acabando en el del cielo de la noche. Eva entera es azul salvo por su pelo que ahora está seco y ondulado curva con curva como las olas.
Parpadeo pensando que ha sido de su top y su pequeña cola, me replanteo la posibilidad de que esta chica no sea la que tiene parte de mi, pero esta corriente que nos envuelve me hace saber que es imposible que se trate de otra persona que no sea ella.
-Tienes muchas dudas, te lo veo en los ojos y yo te aseguro que hace poco estaba igual, pero ahora déjame que te lleve a esa casita que se ve desde nuestro sitio, digo donde solemos encontrarnos- dice nerviosa al pensar en la palabra nuestro que ha dicho hace medio segundo atrás.
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Serea, la tradición
Fiksi RemajaCuenta la vieja leyenda que las sirenas son seres que pocas veces se dejan ver pero cuando lo hacen debes atenerte a las consecuencias. Un cruce de miradas inadvertido, el roce tras el hundimiento del barco o cualquier cosa que te involucre con ell...