40. No querer ser vistos

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Actualidad...

"-En media hora seréis juzgados y condenados para mañana ser ejecutados."

Habíamos recibido aquella noticia hacía ya la media hora cumplida, nos quedaba cada vez menos tiempo de vida y Zulima no había vuelto aparecer desde ese momento donde me juró que conseguiría sacarnos de este dichoso sitio. 

Mis ojos examinan el rostro cansado de Eva, tiene su cabeza apoyada en la de Gato ya que este se ha quedado dormido sobre su hombro llorando todo lo que ha callado en este tiempo, en sus años de vida. Ojala le haya servido para limpiarse, desahogarse de todos esos pensamientos que le atoraban la cabeza impidiendo que pudiese guiarse por su propio corazón aunque fuese una sola vez.

De nuevo el ruido de la puerta hace que mis sentidos se alarmen consiguiendo que me despegue de la pared donde me apoyaba sutilmente dejando caer mi peso, Melusina se acerca a mí sigilosamente para obtener la misma visión privilegiada que yo desde este lugar.

-Solo saben quién soy yo, con suerte puedo exculparos a vosotros si tu amiguita no viene- susurra para que la oiga solo yo.

La miro frunciendo el ceño, ¿por qué haría ella eso? Se culparía solo a ella y podríamos optar por la libertad pero no encuentro nada en su persona desde que la he conocido que me haga saber que es de fiar. Me ha salvado la vida, por supuesto, pero tampoco lo ha hecho muy por gusto sino más bien bajo la presión de Gato y Eva y si no me hubiese curado a mí ahora mismo estaría libre.

-Podrías estar libre si no es por mí- la recuerdo captando su atención.

-Sí, podría, y tú podrías estar muerto si no es por mí así que si quieres te culpo a ti también y echamos a perder todo- su voz suena firme, tanto que me hace erguirme ante la seriedad que desprende.

-Dijiste que aún podría perderlo.

-Te daré el remedio si todo sale bien, ahora déjame que juegue mis cartas.

Su mano se posa en mi hombro poniendo una sonrisa despampanante que llama la atención del guardia el cuál abre la puerta de los barrotes dejando que sus compañeros entren para empezar a agarrarnos uno a uno. Primero sale un Hades melancólico, completamente ausente, después Melusina que sonríe con superioridad, dejándose ver tranquila ante la situación. Mis ojos caen sobre Gato y Eva los cuales ahora se levantan del suelo siendo arrastrados por otro par de guardia hasta la salida siendo nuevamente yo el último en salir de aquel mugriento lugar. 

Horas, solo nos quedan horas o quizás si Melusina consigue llevar a cabo su plan toda una vida. Ahí esta esa fina línea donde si la cruzas puede seguir viviendo eternamente pero por desgracia nosotros nos hemos enredado entre la maleza y la muerte nos está respirando en la nuca haciendo que el pánico se apodere de nosotros. Si no cruzamos esa línea hoy después del juicio mañana será demasiado tarde para hacerlo, tendremos a la muerte delante sonriéndonos amablemente con su particular guadaña toda huesuda.

El camino hasta la sala de juicios es diferente al que hemos hecho para llegar a la prisión, o intentan que lo sea para que alguien curioso como yo no pueda memorizar nada en concreto si decide escaparse. Estamos completamente perdidos si no conseguimos que Zulima nos ayude o que Melusina lleve acabo su plan sin fallos. El lugar donde nos hacen ponernos en fila uno seguido del otro es amplio, tanto que hay gente expectante a que se realice nuestro juicio y probablemente se trate de gente privilegiada con un vínculo estrecho con el rey el cuál ocupará una de las sillas que se disponen en nuestro frente. Sillas completamente marrones, de cuero y madera para que su alteza pueda señalarnos con el dedo diciendo " a la horca" o "a la hoguera" en el caso de las dos mujeres que serán sentenciadas como brujas.

Serea, la tradiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora