Diez

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"Habernos encontrado no fue ninguna coincidencia, tampoco fue casualidad. Quizás todo ya estaba premeditado, el destino ya lo tenía todo preparado.
Y a pesar de nuestras diferencias, seguimos aquí...  Aquí conquistándonos a diario, sin límites ni horarios".

Poetisa Loca.

— ¿Que? —La voz de ambos padres salió tan rápido que cortó el silencio casi sofocante que había en la sala.

Remus fue el primero en hablar, preguntando a que se refería todo esto y que dejen de extender el asunto; que vayan al punto. Mientras que Aura se mantenía en silencio, tomando lentamente la mano de Remus por debajo de la mesa.

Ninguno de los dos lo quería admitir, pero debía ser importante y peligroso si los habían llamado hasta la base de la Orden.

Dumbledore se aclaro la garganta antes de hablar.— La actual profesora de Adivinación en su entrevista por el puesto a maestro soltó una interesante profecía... —rápidamente empezó a narrarla lo mejor que podía, mirando atentamente el rostro de los padres jóvenes que poco a poco iba decayendo cuanto más avanzaba.— Me temo que eso llego a los oídos de-

No pudo continuar gracias al fuerte golpe que dio Remus a la mesa.

— No puede estar hablando en serio —hablo tan seriamente, que solo Aura pudo distinguir el leve nerviosismo en su tono de voz.— ¡Mi hija no puede estar metido en esto!

Minerva decidió hablar con su voz más tranquila, la que usaba cuando el antiguo Gryffindor le pedía ayuda para ponerse al día luego de la luna llena.—  Remus... le temo que las cosas no funcionan así.

— ¡Es solo una niña! —. Exclamo furiosamente sin quitar su mirada de los tres magos. Tratando de controlar su respiración cuando la mano de Aura llegó a su brazo indicandole amablemente que se siente.

Una vez que tranquilizo a su esposo, Aura hablo con un tono bajo pero firme sin flaquear en ninguna de sus palabras.— Pero las profecías en su mayoría no se cumplen. Solo lo hacen si una de las dos personas la cree y quiere llevarla a cabo, y si la profesora se lo dijo a usted, Voldemort no debió de escucharlo.

Ojo Loco chasqueo la lengua, llamando la atención de todos.— Claro que él no estaba. Pero las serpientes de sus seguidores están por todos lados y uno de ellos escucho.

— Severus —susurro Minerva.

Un leve jadeo salió de la mujer de cabello rubio. No quería buscar un porque, estaba claro que ya no eran amigos, mucho menos conocidos con los años en donde no hablaron. Solo eran personas con recuerdos similares.
Pero en el fondo de su pecho, le dolió enterarse que los había traicionado.

— El señor Snape le comunicó a Tom la profecía... pero tuve la suerte de que no la escucho completa...—. Tomo un profundo respiro mientras movía su varita y convocaba una lista y cinco vasos con agua.— Por lo tanto, no sabe el final de esta donde declararía a su hija como una igual.

Remus dejó soltar un suspiro pesado. Estaba furioso por decir poco, Dumbledore le acaba de presentar un problema al cual no podía tener una maldita solución. Pretendía que su hija mate a un mago oscuro que mató a un millón de familias.

Si no fuera por Aura, habría explotado varias veces.

Tuvo que tomar un profundo respiro antes de hablar, mirando de reojo a Aura quien tomaba la corta lista.— ¿Que pretende que hagamos?

— Deben de esconderse —hablo el mago anciano.— No les pido que se cambien de casa, es una virtud que estén viviendo en un pueblo muggle. Pero si que se refugien y no salgan por nada del mundo... y sería preferible que lo hagan dentro de estos días, Voldemort empezó a buscarlos.

Destinos - Remus J. LupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora