Destinos - Remus J. Lupin

Alya I

"Yo le llamo arte a todo aquello que de alguna manera nos devuelve la vida".

— Elena Poe.

La casa de los Puor era normalmente un lugar tranquilo, y Alya Lupin de once años lo sabía, aunque estaba más que decidida a romper con dicha tranquilidad mientras corría por toda la casa empacando todos sus útiles en su baúl para ir a Hogwarts.

A la niña de ojos azules le había llegado su carta de admisión a la escuela de magia la noche donde se despedía el viejo año y se recibía al nuevo. Le gustaría admitir que fue una sorpresa, pero internamente sabía que existía la magia, sus abuelos no la usaban frente a ella pero en varios momentos los encontró haciendo hechizos o realizando pociones.

Ellos siempre decían que era un juego entre ambos y Alya lo aceptó por un momento pero sabía que las cosas ya no estaban normales cuando Sombra, el gato de su madre, insistía en que explorara las casas de sus abuelos, encontrando varios objetos que solo había leído en libros de fantasía Muggles.

La niña estuvo más que orgullosa al ver la lechuza llegar hasta ella y recibir su carta, despertando a sus abuelos de un posible paro cardiaco mientras saltaba a la cama con ellos exclamando que era una bruja y que ellos también eran unos.

En ese momento tanto Jacob como Adiane Puor sabían que no podían ocultar todo. Teniendo ambos un fuerte deja vu al ver la misma emoción de su difunta hija, en su pequeña nieta.

Alya mientras hablaba no noto como su abuela se limpiaba las lagrimas. Solo vio como su abuelo sacaba su varita y encendía todas las luces, provocando un grito de emoción por parte de ella.

Días después de la gran revelación tuvieron que decirle la verdad a su nieta sobre sus padres. Que no habían muerto en un atraco en su antiguo hogar cuando Alya era una niña, sino que habían muerto a manos de Lord Voldemort al ser traicionados por su mejor amigo.

No le dijeron que ese amigo era el padrino de Alya, la ex pareja de su amado tío Andrew. No tuvieron el corazón para decírselo, tampoco es que Andrew lo deseara mucho.

El hombre rubio estaba más que feliz de disfrutar de su sobrina sin importar tener que ocultar su magia y alejar a la niña del mundo mágico. Andrew no fue como los Potter que lucharon para que la niña se quede en el mundo mágico y luego se alejaron de ella, él no podía permitir que la separen de la hija de su mejor amiga.

Alya le habia contado a toda su familia sobre su entrada a la escuela de magia, pero todos ellos eran mágicos o sabían de la magia. Por lo tanto era de esperar dicha noticia.

La niña también tenía una amiga muggle la cual no vería por mucho tiempo, ya que Hermione se iba a un internado.

Para inventar una rápida escusa, sus abuelos le aconsejaron que diga que se va a ir a un internado en Escocia, que era lo más parecido a Hogwarts y así lo hizo.
Se lo dijo muy apenada a su amiga de cabello rizado, acotando que no estaría desde el primero de septiembre hasta las fiestas.

Dichas aclaraciones y la poca información que le dio a su amiga castaña despertó las sospechas de ella. Lo que termino en una ronda de preguntas que tuvieron como consecuencia el descubrimiento de que ambas eran brujas y ambas irían a la misma escuela de magia. Al parecer sería imposible que este dúo de amigas se separe.

Sin contar que Alya descubrió que estaba en varios libros de historia mágica al ser La Niña que Vivio.

Las cosas sólo iban de bien a mejor con cada día que pasaba.

(...)

El primero de septiembre llegó muy rápido y en menos de lo esperado Alya estaba con sus abuelos Hope, Lyall, Adiane y Jacob, su tío Andrew y su mejor amiga Hermione caminando por la estación 9¾ (sus abuelos se ofrecieron a llevar a su mejor amiga, asegurando el cuidado de la niña ante los padres dentistas).
Claro que Sombra estaba con ella, el viejo gato miraba con nerviosismo desde su transportador a todas las personas que se acercaban mucho a la familia, aunque parecía que estaba buscando a alguien por todo su lugar.