Destinos - Remus J. Lupin

Dos

"Y ojalá sonrías y no te culpes ni te castigues: tu cambias vidas, pero no destinos".

La casa de los Lupin era reconocida por estar en un lugar muy tranquilo gracias a la pequeña lejanía con el pueblo, dejando que los únicos sonidos presentes fueran provocados por el bosque ubicado es su patio trasero.

Gran parte de los habitantes del pueblo (muggles) sabían de la nueva pareja viviendo por la zona y no dudaban en mostrar sus felicidades cada vez que alguno los veía en el pueblo.

Y a Aura le encantó esto, amaba caminar por un lugar en el cual parecía que la guerra no existía, donde la máxima preocupación de los jóvenes era aprobar los exámenes de sus institutos o llegar a tiempo a su trabajo.

Eso fue espléndido, sin contar el hermoso clima veraniego que impulsaba a la muchacha a usar sus vestidos florales mientras volvía de las compras. Tenia pensado hacer un pastel (ninguna ocasión especial) para compartir con Lily, pues todos los chicos se fueron a una misión que probablemente dudaría dos a tres semanas y a amabas muchachas no le gustaba estar solas en sus casa por mucho tiempo.

Así que decidieron hacer una pijamada como lo hacían cuando jóvenes, solo que ahora no tenían a ningún adulto para que les diga que vayan a dormir o que comer.

Aura entró tranquila a la casa, siendo recibida por Sombra quien la siguió hasta la cocina donde poco a poco empezó a dejar los suministros que compró en el pueblo.

La casa estaba silenciosa, algo raro a estas alturas, así que Aura con un simple movimiento de varita logro que uno de los tantos discos empieze a sonar por el tocadiscos.

Lentamente empezó a encantar todo los objetos para que flotase a su alrededor y empezara a colocarse en el bold, logrando finalmente una hermosa masa para la torta que compartiría con su amiga.
No era fanática de la cocina (Remus era el que siempre insistía en cocinar en vez de pedir comida), pero cuando tenía que preparar algún pastel o dulce, sin duda lo haría.

Es más, esta pequeña preparación logró distraerla del hecho de que su esposo y amigos estaban en una misión peligrosa, más duradera de lo normal para su gusto.

Aparte. Extrañamente Dumbledore dejo de incorporarla a las misiones (normalmente tenía una por semana), ahora solo se quedaba en el cuartel haciendo pociones complejas o ayudando a su mejor amiga.

Y no le gustaba el hecho de saber que todos estaban muriendo y ella solo estaba haciendo pociones como loca. Sabia que si la llevaban a alguna de las misiones ella sería de mucha ayuda. Pero cuando se ofreció a Dumbledore, él dijo que si recibía algún golpe, podría tener daños a futuro.

No lo entendió.

En un momento de la preparación, casi al final, se tuvo que sentar contra la alacena en espera a que se termine el postre, pues su cuerpo se sentía demasiado cansado. Más de lo normal, y eso que nisiquiera eran las 6 de la tarde.

Nisiquiera se pudo levantar a recibir a su amiga.

— Perdón por no ir a saludar Lils —comento mientras bajaba su varita, que por suerte estaba cerca de ella, después de un interrogatorio; todo esto sin levantarse de su lugar.— En estos últimos días estuve demasiado cansada.

Su voz salió casi en un susurro mientras pasaba su mano por su frente, murmurando que la guerra ya le estaba pasando factura a su corta edad de 20.

Pero su amiga tenía una idea completamente diferente, era una sanadora, así que relaciono perfectamente los síntomas con una condición específica. Pero no dijo nada, prefería que su amiga se de cuenta de todo.