A pesar de su supuesta despreocupación, Harry deseaba que pudieran ir inmediatamente, para no tener que preocuparse de que Malfoy escribiera a casa y le tendiera una emboscada. Sin embargo, se dio cuenta de que no quería viajar bajo el aguanieve y que necesitaba dinero muggle. Resultó que Gringotts tenía una ventanilla de cambio en Hogsmeade para convertir galeones en libras, y Malfoy lo llevó a hacer eso al día siguiente, que estaba nublado y frío, pero no activamente mojado. Harry se asombró de la cantidad de libras que consiguió con el galeón. El oro que había traído ascendía a bastante más de doscientas libras. Le dijo a Malfoy que irían a la ciudad muggle la noche siguiente, y luego, en el salón, después de la cena, lo cambió a esa noche.
-Necesitas tu brújula-, dijo Malfoy.
-La tengo-, respondió Harry, sacando el objeto, que colgaba de un cordón de su cuello. Malfoy asintió.
-Bien. Nos detendremos en la Choza de los Gritos y la ataremos en el poste de la puerta de allí-.
-¿Por qué?-.
Malfoy sonrió. -Hogsmeade está encantado para que la gente no entre en él-, dijo. -También lo está el colegio. Tenemos la ventaja de que sabemos que están allí y, por supuesto, que somos magos, pero seguiría siendo difícil sin ayuda. La brújula nos dirá cómo llegar, incluso cuando nuestros instintos nos griten que nos alejemos-.
Sonrió a Harry. -Por cierto, sé por qué estás presionando para hacer esto ahora. Es una buena precaución y lo haré, pero no es necesario. No se lo diré a nadie-.
-Sin embargo, ¿no se alegraría tu padre?-.
Malfoy frunció el ceño. -Lo pensaría, ¿verdad? Pero ya lo he pensado antes. Que se joda-.
El aguanieve había cesado. Unas finas nubes se deslizaban rápidamente por la luna menguante mientras Harry y Malfoy volaban -(a poca altura y manteniéndose a cubierto)- desde Hogwarts hasta la Choza de los Gritos, y desde allí hacia el oeste. Después de veinte minutos de vuelo cauteloso, llegaron a la cima de una colina y contemplaron un pueblo iluminado al borde de un oscuro lago. Malfoy aterrizó y Harry lo siguió.
-Ahí está-, dijo Malfoy. Sonaba nervioso. Harry lo miró con curiosidad, y lo vio morderse el labio inferior, oscureciéndolo. De repente, Harry comprendió. Malfoy había sido educado para odiar a los muggles, pero también para evitarlos. Ese tipo de odio estaba muy cerca del miedo. Probablemente nunca había entrado en una zona muggle sin sus padres o sin sus guardias. O tal vez, enmendó Harry con inquietud, a los mortífagos.
-Hay una pequeña ruina-. Harry señaló un viejo edificio de piedra cerca del pueblo. -Podemos guardar nuestras escobas allí, y caminar. ¡Vamos! Probablemente sólo tengamos otras dos horas con alguna posibilidad de tiendas abiertas-.
Guardaron las escobas donde Harry había sugerido, y luego caminaron bajo la capa de invisibilidad hasta la carretera.
-Esto es raro-, dijo Malfoy.
-¿Compartir la capa? Uno se acostumbra-.
-Eso no. Me refiero a todo el asunto. No pensé que lo harías-.
Harry se rió. -¿Qué? ¿Por qué no?-.
Malfoy soltó un bufido molesto. -Bueno, tú eres el chico bueno, ¿no?-.
-¡Oh, cuéntalo!- Harry se rió. -Dile eso a McGonagall; se reirá en tu cara. Soy bien conocido por estar donde no debo, Malfoy-.
-¿De verdad?- Malfoy se burló. -¿Qué dice el director de su querida mascota?-.
-¿Fawkes?- Preguntó Harry, con supuesta inocencia.
-¿Qué quieres decir?-.
-Fawkes es un fénix: la mascota de Dumbledore-.
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SNAKES AND LIONS
FanfictionCuando Ron y Hermione se juntan, solo se notan el uno al otro. Una pesadilla hace que Harry regrese solo a la Cámara de los Secretos vacía y lo lleva a una nueva mirada a un viejo enemigo. Harry disfruta de la compañía, pero con Bellatrix Lestrange...