Capítulo 34: The Shrieking Shack

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Cuando los Gryffindors llegaron a Pociones, su última clase, el lunes, encontraron a la mayoría de los Slytherins ya allí, copiando la información de un trozo de pergamino colgado en la puerta. Era una nota del profesor Snape en la que decía que había cancelado la clase por asuntos urgentes, y asignaba unos deberes extra que consumirían con creces el tiempo extra.

Ron sonrió a Hermione. -¡Muy bien!-, exclamó. -Vamos al lago-.

Hermione negó con la cabeza. -Lo siento-. Miró a Harry, y luego miró disculpándose a Ron. -Tengo algo más que hacer primero-.

Ron miró a Harry de forma señalada, y luego volvió a mirar a Hermione. -Sí, apuesto a que sí-, dijo.

Harry resopló. -Vamos, Draco-, dijo. -Vamos a dar un paseo-.

Draco se echó a reír.

-¿Qué?- preguntó Harry.

-No importa-, se atragantó Draco. -Sí, vamos. Bajamos al Bosque?-.

Harry sonrió. -Sí. Como habíamos planeado, justo antes. Aunque déjame hablar primero con Hermione-.

Ron giró sobre sus talones y se fue. Harry se quedó mirando tras él.

-Lo siento, Hermione-, dijo. -Estaba intentando aguantar eso-.

-No es tu problema-, le aseguró Hermione. -Ven aquí-. Lo condujo por el pasillo transversal, fuera del alcance de los pocos compañeros que quedaban.

-¿Puedes manejar el caldero tú solo?- preguntó Harry. -Con la luz que todavía hay fuera, sería mejor que nos reuniéramos con ustedes en el Sauce Boxeador. Tres personas compartiendo el manto ya era bastante difícil en la oscuridad...-

Hermione sonrió. -¡Claro que lo fue! Ya no somos niños pequeños. No te preocupes por el caldero. Yo lo haré levitar-. 

-Bien, entonces. Empezar ahora hará que mañana sea más fácil-.

Harry temía tratar de hacer hechizos después del laboratorio de pociones. No sólo estaría cansado, sino que Draco y Hermione descubrirían que sabían horarios diferentes para el final de la sesión. Hacerlo antes sería mucho más fácil, aunque podrían perderse la cena. Harry se preguntó si alguien se había dado cuenta de cuántas cenas se estaban saltando los tres. Ron, se dio cuenta, mientras se dirigía a las escaleras para cruzar el vestíbulo. Ron se había dado cuenta de cuántas cenas se habían perdido él y Hermione, aunque no se había dado cuenta de que Draco también se las perdía.

-¿Te ha comido la lengua el gato?- preguntó Draco, mientras bajaban los escalones bajo la cálida luz del sol de la tarde.

-Pensando en Ron-.

-Cree que le estás robando a su chica-.

-Sí-.

-¿Quieres hacerlo? Podría ayudar-.

-No-.

-¿Seguro?- Draco instó. -Te sientes cómodo con ella. Los dos encajáan la forma de hablar, el juego de ideas. Y tampoco sería un cruce de sangre mala. El cruce con otra sangre mixta pondrá de manifiesto si los dos albergan latencias no mágicas...- Draco se interrumpió de repente. -Bueno, lo que quieras-.

-El caso es que no quiero. Si no hubiéramos sido amigos desde los once años, creo que lo haría, pero tal y como están las cosas, ya la quiero, pero de forma totalmente equivocada. No puedo cambiar eso-, explicó Harry. -Además, quiero que Ron sea feliz-.

-Hermione no va a ser feliz con Ron. Ella necesita más que eso-.

-¿Más qué?-.

-Atención. Interés. Compromiso-. Draco resopló. -Inteligencia-.

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