Capítulo Ⅱ

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Son las diez de la noche cuando llegas a casa.

Estuviste prácticamente todo el día en una cafetería con Christopher Markus y Stephen McFeely, tus nuevos compañeros de trabajo. Pasarías estas próximas semanas junto a ellos y te alegraba que así sea, eran unas agradables personas, además que se notaba la gran experiencia que tenían como guionistas.

Les entregaron un par de hojas en las que se explicaba como querían que transcurriera la historia, solo debían centrarse en que las palabras de lo personajes encajaran con las escenas y cubrir los espacios en blanco. En resumen, te comiste todo el spoiler de la película, sabías que personajes si o si debían estar presentes, cuales eran los nuevos villanos, etcétera.

Cuando leíste que Loki había vuelto a la vida cual cucaracha no sabías si reír o llorar, por poco y te atragantaste con el chocolate caliente que estabas bebiendo en ese momento.

Exacto, Loki. Loki está vivo. Loki saldrá en la próxima película. Y tu eres una de las guionistas de esa próxima película.

¿Eso quería decir que cuando se terminara de armar toda la historia, podrías tener al divino de Tom Hiddleston a tan solo unos pasos?

La verdad no tenías ni la más mínima idea, pero si las cosas surgían de ese modo, seguro y tu alma se saldría de tu cuerpo en menos de un segundo.

En fin, debían terminar todo esto en los próximos tres meses, sin presiones, no es como si no tuvieras ningún tipo de experiencia en hacer guiones para una película de ciencia ficción sobre dioses nórdicos que tienen problemas paternales.

No, para nada.

Suspiras al sentarte en tu sillón, no sabes como tomarte todo esto, es demasiada información para tu cerebro. Piensas en el señor Taylor y en lo amable que fue, te explicó con calma todo lo que debías saber y ni hablar del salario que recibirías cada mes. Todo era un completo sueño para ti.

Darías todo de ti en este trabajo, no permitirías que tu nula experiencia sea un obstáculo para hacer esta la mejor película de todos los tiempos.

Un pequeño lloriqueo te trae de regreso a la realidad.

—Oh, cariño, cuanto lo siento, soy una pésima mamá—. Max te mira con sus dulces ojitos cual esmeraldas. Rápidamente le pones su pechero y correa para sacarlo a pasear.

Vas a buscar el pequeño rollo de bolsas con las cuales recoges la popo de tu bebé, junto con tus llaves y por último, tu fiel compañero, un bote de gas pimienta.

Sales de tu departamento y cierras la puerta detrás tuyo. Tu vivienda se encuentra en el segundo piso, así que no tienes la necesidad de esperar al ascensor. Sientes un fuerte tirón de parte de Max, el pobre perrito en serio tiene muchas ganas de salir.

Bajas las escaleras en tiempo record, mientras te sujetas de la barandilla, hasta que el cachorro de gran energía y tú llegan al vestíbulo.

—Hey, _____. Hey, Max—. Dice Nick en modo de saludo. Es tu vecino de al lado y uno de los pocos amigos que haz logrado hacer en Londres, por no decir el único.

Max normalmente se acercaría a saludar y a correr al rededor del castaño, pero al parecer la madre naturaleza es más fuerte.

—Lo siento Nick, mi bebé necesita salir ya mismo, te veo mañana, te quiero—. Escuchas la tan conocida risa de tu amigo como respuesta y un "Nos vemos, linda" a tus espaldas.

Después de un rato caminando llegan al parque favorito de Max. El cachorro hace sus necesidades y juras que hasta puedes ver su carita de satisfacción completa.

Solo dame un minuto (Tom Hiddleston y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora