Capítulo ⅩⅠⅩ

100 10 13
                                    

—¿Qué harás ahora, _________?

Miras al británico con atención.

Ambos estaban con sus maletas, saliendo del aeropuerto.

—Mm, creo que iré a casa a ducharme y comer algo y luego iré un momento a visitar a mi padre, ¿por qué lo preguntas?

Eran aproximadamente las diez de la mañana y aún no habían desayuno, tu hambre era voraz.

El británico estaba al tanto de la situación de tu padre, se lo habías comentado en uno de sus tantos momentos juntos.

Una fugaz idea le surcó la cabeza y con algo de duda, te la hizo saber.

—Bueno, si no te molesta y me lo permites, me gustaría conocerlo.

Las palabras se quedan atascadas en tu garganta.

¿Tom quería conocer a tu papá?

Ante tu atónita mirada, él hombre de azules ojos entra en pánico.

—E-Está bien si no quieres, digo, no debe ser una situación fácil y no querría molestarlos ni...

—No, no, no es eso, tranquilo—. Lo interrumpes con rapidez al ver el pequeño ataque de nerviosismo que le había dado al pobre.

Sonríes levemente.

—Creo que al él le agradaría ver que tengo un poco más de vida social que antes.

Desde que habías llegado a Inglaterra junto a tu padre, nunca le habías presentado o traído a alguien a casa que no sea Nick.

Al principio tu progenitor pensaba que aquel castaño era tu novio y que no querías admitirlo, pero al ver que lo tratabas como a un hermano, la idea se eliminó de su cabeza.

Aunque al hombre no se le pasó por alto que el ojiverde sí que tenía sentimientos por su hija.

De vez en cuando sentía lástima por el muchacho, sabía perfectamente que era un buen chico y que quería mucho a su retoño y sinceramente le hubiera encantado que ambos empezaran a salir.

Pero al fin y al cabo, era tu vida, tú eras quien tomaría o no aquella decisión, él no era quién para inmiscuirse en tu vida amorosa.

—Y le he hablado un poco de ti, seguro y se emocionará al verte—. Dices distraídamente.

El actor te mira con una encantadora sonrisa plasmada en sus rosados labios.

Lo miras con extrañeza, ¿por qué de pronto se veía tan feliz?

—¿Qué pasa?

La sonrisa en su rostro no se borra, todo lo contrario, se hace aún más grande ante tu pregunta.

—Nada, es solo que... Me alegra que le hayas hablado a tu padre de mi.

Lo miras entre divertida y extrañada.

A veces Tom podía ser completamente feliz con pequeñas cosas y eso te parecía completamente adorable.

El británico extiende su mano para parar a un taxi.

—¿Te parece si primero vamos a un supermercado a comprar un par de cosas para comer? Dudo mucho que quede algo decente en mi cocina.

Era domingo y seguramente ninguna cafetería estaría abierta, al menos no una en la que ambos pasaran desapercibidos.

—Si, claro—. Al ver que te disponías a levantar tu maleta y meterla en la cajuela del taxi él se te adelanta—. Permíteme.

Bufas, viendo como te quita la pesada maleta de las manos, sin darte la oportunidad a negarte.

Solo dame un minuto (Tom Hiddleston y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora