Tanto Thomas como tú, estaban dentro del auto. Según el rubio no debías preocuparte, llegarían rápido a su destino.
A los pocos minutos el londinense se estacionó y bajó rápidamente del vehículo para abrir tu puerta, ofreciéndote su mano para bajar.
Le regalaste una sonrisa en forma de agradecimiento. ¿Siempre sería así de atento contigo?
Aceptaste su gesto. Esta vez tus manos no estaban tan frías, pero tu baja temperatura se hacía notar, al menos para el ojiazul, que acostumbraba a tener un elevado calor corporal. Cuando sus manos se tocaron sentiste como su delicioso calor se extendía a través de ti, un ligero cosquilleo te embriagó por completo.
Su mano era tan suave y fuerte al mismo tiempo.
Thomas se tomó el tiempo en apreciar tu tersa piel, tus dedos eran sumamente finos, delicados y suaves, notó que tenías las uñas pintadas de un ligero rosa completamente encantador.
Sonrió en sus adentros, todo en ti era encantador.
Cuando por fin saliste del vehículo el actor cerró la puerta de este, pero por alguna razón no apartó su mano de la tuya, todo lo contrario, hasta entrelazó sus dedos con los tuyos de una forma tan elegante y delicada que te dejó sin aliento.
—El camino es algo empedrado, no quiero que te caigas—. Bajó su mirada a la tuya, para saber por tu expresión si aquel gesto te molestaba o te incomodaba de algún modo.
Algo cohibida, le sonreíste y reforzaste el agarre de sus manos, dándole una clara respuesta.
El hombre te regaló una pequeña sonrisa y te guio por un camino algo oscuro. Parecía que estaban en una clase de parque, no había ni un sola alma en el lugar, solo eran tú y él.
Extrañamente te sentiste en paz, una paz que no habías sentido desde hace mucho tiempo, por unos segundos te olvidaste de todo, de la enfermedad de tu padre, de los problemas con tu madre, del ligero estrés que te estaba causando el trabajo, por esos segundos solo sentiste la cálida mano de Thomas y su delicioso aroma.
Por no hablar de la maravillosa vista que te dejaba el hombre, el camino era algo estrecho, por ende, el británico iba delante tuyo, avisándote si había alguna piedra algo grande que debías evitar. En fin, dejaba al descubierto su linda y trabajada espalda cubierta por la tela verde de su camisa.
En cuestión de segundos el camino empezó a tornarse más plano, ya no estuviste en la necesidad de estar detrás del inglés, así que poco a poco te posicionaste a su lado. La verdad es que tampoco había la necesidad de que sus manos siguieran juntas y al notar aquello pero en el momento en que el rubio vio la pequeña sonrisa que había en tu rostro no pudo decir ni hacer nada.
Él tampoco quería que sus manos se separarán, al menos no aún.
El silencio que los cubría no era incómodo, todo lo contrario, se sentía hasta cálido y reconfortante, algo que necesitaban ambos. Un momento de tranquilidad, lejos de las constantes miradas hacia Thomas, lejos de los problemas que te atormentaban, solo ustedes, sus manos entrelazadas, pasos sincronizados y pequeñas miradas cómplices.
Nada podía arruinar aquel momento tan lindo y hasta cierto punto íntimo o al menos eso era lo que el ojiazul y tú pensaban. A tan solo unos metros se encontraba un paparazzi, feliz de tener una jugoso chisme, junto a unas fotos que respaldaran sus palabras.
Podía imaginarse una de las tantas fotos que tenía en su cámara en primera plana en las revistas de mañana.
Pero no le bastaba con ver a la dulce parejita tomados de la mano, así que decidió esperar el momento propicio, escondido entre unos arbustos, si es que sucedía algo entre esos dos, tarde o temprano debían besarse o mostrar algún tipo de afecto, pensó.
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Solo dame un minuto (Tom Hiddleston y tú)
Fanfiction-Mientes-. Reunes todas tus fuerzas para que tu voz no tiemble.-¡Estás mintiendo! Los azules ojos que alguna vez habías visto con amor se encontraban llorosos y desesperados. Arrugas el entrecejo al notar un fuerte dolor en tu pecho. A pesar de todo...