Capítulo ⅩⅪⅤ

126 10 0
                                    

El característico pitido de la alarma de tu teléfono te despierta. Ni siquiera te molestas en abrir los ojos, te limitas a estirar tu brazo y tomar el ruidoso objeto a tientas.

Ay, ya cállate, maldito.— Dices entre dientes al no poder desactivar la dichosa alarma.

Para tu fortuna, después de unos torpes intentos, lo logras. Das media vuelta y entreabres tus párpados a causa de la escasa luz solar que se filtraba a través de tu ventanal.

—Buenos días, linda.

—Mmh, buenos días...— Cierras tus ojos con la intención de dormir nuevamente, pero los vuelves a abrir de sopetón. Tom estaba contigo, en tu habitación, sobre tu cama y con uno de sus brazos rodeando tu cintura.

Seguro tu cabello estaba hecho un desastre y no recordabas haberte cepillado los dientes ayer por la noche. Habías estado disfrutado tanto de tu conversación con él que te olvidaste por completo ese pequeño detalle.

Escondes tu cabeza debajo de las sábanas para que el rubio no note tu sonrojado rostro.

Que puta vergüenza.

El inglés ríe ante tu acción. Trata de quitar las cálidas sábanas, para poder seguir apreciandote. Había despertado hace un par de minutos y con lo primero que se topó fue con tu tranquilo semblante.

Tenías el cabello revuelto, los labios algo entreabiertos y logró vislumbrar unas traviesas lagañas en la esquina de tus ojos

Le pareciste completamente preciosa.

—Pequeña, ¿qué haces?— Pregunta entre risas.

De por sí el londinense había sido bendecido al poseer una voz exquisita, pero escuchar aquella maravillosa melodía por la mañana... No había punto de comparación.

—Debo estar hecha un desastre, no quiero que me veas así.

No cuando tú estás más bello y brillante que mi futuro.

Ya habían dormido juntos una vez, hace no mucho en realidad. Vino a tu cabeza la noche que se dejaron vencer por el cansancio viendo una película en el lindo hotel que habían pasado los últimos dos meses. Pero para tí esa situación era diferente a esta, ambos habían manifestado sus sentimientos y estaba claro para los dos la palabra "amigos" no sería lo correcta para definirlos en ese momento.

Aunque no había una en específico que se te viniera a la mente para catalogar todo ello y, siendo sinceros, te daba igual. Tom te había te había correspondido. Tal vez nada se estaba desarrollando como te hubiera gustado o esperado, pero no podías quejarte.

Era lindo saber que no eras la única tonta enamorada en aquella habitación.

—Para mi, eso sería algo prácticamente imposible—. Una dulce sonrisa se cuela por sus labios.

Desliza con gentileza sus dos manos por tu cintura y te atrae hacía él, dejando que su barbilla se pose sobre tu cabeza. Tus brazos estaban contra pecho, así que lo único que lo separaba, eran estos.

Para tu deleite, podías sentir los fuertes latidos del corazón del inglés, eran algo rápidos, tal vez iban a la misma velocidad que los tuyos. Sonreíste como una completa tonta ante sus palabras.

Soltaste las sábanas que estabas apretando con tu puños y el actor pudo cubrir por completo a los dos con estas. Podías ver su rostro moderadamente bien a pesar de la poca luz que lograba filtrarse a tu habitación.

Te impresionó lo hermoso que podía verse hasta por la mañana.

—¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara?—Te pregunto divertido.

Solo dame un minuto (Tom Hiddleston y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora