Arrugas tu entrecejo con molestia al sentir los primeros rayos del sol sobre tus ojos, los cuales abres a los pocos segundos.
Lo primero que ves son unos enormes orbes azules que te observan con fijeza. Una pequeña y tímida sonrisa aparece en tus labios.
-Buenos días, preciosa.
Tom deposita un dulce beso en tu frente y tu sonrisa se ensancha al sentir el tacto de sus labios contra tu piel.
Le correspondes el saludo y abrazas su cuerpo descubierto, enterrando tu rostro en su pecho. La temperatura del rubio es cálida y embriagante, perfecta para una mañana tan fría como la que hacía ahora.
Los latidos de su corazón eran continuos y algo acelerados, marcando un ritmo que no te molestaría oír todos los días.
Enredas tus piernas con las suyas y llevas una de tus manos a su espalda, acariciando su deliciosa piel con la yema de tus dedos. El inglés da leves suspiros de satisfacción, disfrutando de tu toque sobre él.
Lleva sus labios a tu hombro izquierdo y comienza a depositar unos tiernos besos en él. Su respiración en tu cuello te provoca pequeños escalofríos de pies a cabeza.
Podías sentir como su amigo comenzaba a levantarse y decidiste frenar tus caricias antes de que la situación pasara a mayores.
Un gruñido gutural sale de los labios de Tom cuando deja de sentir tus manos recorrerle y tú sueltas una pequeña risita.
-Tu familia ya debe estar a punto de levantarse, no creo que sea buena idea continuar.
Levantas tu rostro y conectas tus oscuros ojos con los suyos. Te inclinas un poco hacia sus labios y le das un pequeño beso antes de que diga algo para contradecirte.
El gesto lo deja un poco descolocado y tú aprovechas para liberarte de sus fuertes brazos y salir de la cama de un salto.
Corres a tomar algo de ropa limpia para ponerte bajo la atenta mirada del ojiazul que no piensa perderse ninguno de tus movimientos.
Muerde ligeramente su labio al ver como los vagos rayos del sol bañan tu cuerpo y deposita rápidamente su atención en tus curvas. Lo primero que sus lascivos ojos captan es tu trasero, el cual contoneas ligeramente al ponerte unos pantalones.
Sus azules ojos suben en su recorrido y se topan con tus pechos descubiertos.
Sientes una irregular respiración en tu nuca y das un respingo cuando unas enormes manos comienzan a apretar tus senos. Tratas de no emitir sonido alguno ante el experto toque del rubio, pero te es casi imposible.
-T-Tom, nos van a oír-. Dices casi en un jadeo, intentando que el excitado hombre que tienes detrás tuyo entre en razón.
El susodicho hace caso omiso a tus palabras y comienza a atacar tus pezones. Te rodea y lleva sus manos a tu cintura, alzándote un poco, permitiendo que tus suaves pechos queden al alcance de su boca.
Al principio solo se dedica a chupar y succionar, pero al cabo de unos segundos las suaves mordidas no se hacen esperar. Lejos de que el cambio te moleste, te excita aún más.
Una de sus manos viaja con lentitud hacia el elástico de tu pantalón. Primero te acaricia por encima de tu ropa interior, pero nada parece ser suficiente para el rubio. Al poco tiempo introduce uno de sus dedos en tu entrada, el cual sale mojado después de su rápida inspección.
Un gruñido que es amortiguado por tus senos sale de los labios del londinense.
Aparta su rostro de tus cálidos montículos y se acerca a tu oído.
ESTÁS LEYENDO
Solo dame un minuto (Tom Hiddleston y tú)
Fanfiction-Mientes-. Reunes todas tus fuerzas para que tu voz no tiemble.-¡Estás mintiendo! Los azules ojos que alguna vez habías visto con amor se encontraban llorosos y desesperados. Arrugas el entrecejo al notar un fuerte dolor en tu pecho. A pesar de todo...