Te detienes enfrente de la puerta de tu departamento. Tomas una bocanada de aire para segundos después ingresar a la vivienda.
Un silencio sepulcral está presente en todo el lugar. Dejas tus pertenencias en el sillón de la sala y te aproximas con decisión a tu habitación.
Nada está fuera de lugar. Registras el departamento entero y no encuentras algo fuera de lo común. De hecho, incluso se veía ligeramente limpio.
Suspiras y te diriges a la cocina.
Un pequeño nudo en tu garganta se forma cuando ves una nota de color rosa pastel en la puerta del refrigerador. Tomas el papelito con temor y lo lees.
Lo lamento. Lamento que hayamos terminado de esta forma, lamento haber sido una madre tan terrible, lamento haberte dejado sola.
No te pediré que aceptes mis disculpas, sé que a estas alturas eso no servirá para arreglar todo lo que te hice pasar. Soy consciente que esta ha sido la gota que derramó el vaso y que nuestra relación ya no volverá a ser la misma.
No volveré a acercarme a tí si eso es lo que quieres.
Solo deseo que sepas una cosa, eres mi hija y...
—... y te quiero.
Una gruesa lágrima resbala por una de tus mejillas, la limpias con rapidez con el dorso de tu mano, pero una nueva surge y otra más detrás de está. Llega el punto en que no puedes pararlas más y las dejas fluir.
Estrujas el papel entre tus manos y comienzas a romperlo en un montón de pedacitos.
Mientes. Mientes. Mientes.
—T-Tú no me quieres.
Hipeas sin poder evitarlo.
Lo dejaste de hacer desde hace mucho tiempo.
Con la visión borrosa a causa de las lágrimas comienzas a recoger los pequeños papelitos.
Recuerdos vienen a tí con gran fuerza.
—¡Mamá, mira lo que hice!— Sonríes emocionada, mostrándole un dibujo que habías hecho con mucho esmero.
Tu madre toma la hoja y la observa con un brillo especial en los ojos. Una dulce sonrisa se forma en sus labios y se pone en cuclillas para estar a tu altura.
—Es hermoso cariño—. Deposita un maternal beso en tu cabecita y coloca el dibujo en el refrigerador, apoyándolo con un imán de arcoiris.
Aquel imán...
Levantas la mirada y los coloridos colores de aquel pequeño objeto te provocan aún más lágrimas.
Terminas por recoger todos los pedacitos de la hoja y los dejas sobre la isla de la cocina. Despegas el imán de la nevera y al poco tiempo este se cubre con tus lágrimas.
No podías creer que ella aún lo tuviera.
Corres hacia tu habitación y coges un rollo de cinta transparente. Juntas los pedazos lo mejor que puedes y al cabo de unos minutos aquella hoja rosa está completa.
Sorbes tu nariz y limpias el rastro de lágrimas de tus mejillas.
Dejas el imán de nuevo en la nevera y guardas el último mensaje de Sienna en una cajita. La misma en la que habías resguardado las pocas fotos que tenías con ella.
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—¿Quieres un poco de té?
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Solo dame un minuto (Tom Hiddleston y tú)
Fanfiction-Mientes-. Reunes todas tus fuerzas para que tu voz no tiemble.-¡Estás mintiendo! Los azules ojos que alguna vez habías visto con amor se encontraban llorosos y desesperados. Arrugas el entrecejo al notar un fuerte dolor en tu pecho. A pesar de todo...