Capítulo ⅩⅩⅠⅩ

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Miras tu reflejo con la cámara frontal de tu teléfono por cuarta vez.

—Tranquila, estás perfecta—. El rubio te brinda una pequeña sonrisa y dirige su mirada nuevamente al camino.

—Lo siento, es que estoy tan nerviosa—. Jugueteas con tus dedos para no tener el deseo de tronarlos.

El londinense ya te había llamado la atención respecto a tus constantes ruidos.

—No tienes porqué estarlo. Mi madre y mis hermanas se mueren por conocerte.

Miras con atención el perfil de Tom. Conocerías finalmente a uno de los seres que había sido partícipe en la creación de la bella persona que tenías ante tus ojos.

—¿Y si no les caigo bien?

El británico ríe levemente.

—Eso sería algo imposible.

El auto comienza a detenerse enfrente de una bellísima casa de dos pisos. Ya habían dos autos estacionados, así que suponías que las hermanas de Tom ya habían llegado.

Tomas la manija de tu puerta, pero la cálida mano del londinense te detiene.

Giras tu cuerpo hacía el suyo y el actor te sorprende al besar con dulzura tus nudillos. Aparta sus labios de tu piel unos cuantos milímetros, solo lo suficiente para que su deliciosa voz llegue a tus oídos.

—Eres una de las personas que más quiero en este mundo, es por ello que te traje aquí—. Sus ojos, que estaban completamente quietos observando el dorso de tu mano, conectan con los tuyos en menos de un segundo.— No hay forma en la que ellas no terminen adorándote al mismo nivel que yo lo hago.

Tus mejillas toman color con rapidez.

Sientes un revoltijo en tu estómago y los nervios de hace unos minutos no parecen ser más que una mota de polvo.

Sonríes bobamente.

Ambos salen del vehículo y recorren el camino de piedras que hay en la entrada de la casa. Tus ojos recorren el precioso jardín y te quedas maravillada ante la cantidad de plantas que hay en él. Aguantas la respiración cuando Tom toca el timbre de la puerta.

A los pocos segundos se escuchan unas voces femeninas y unos pasos acercarse.

—Tom, cariño—. Una mujer de mediana edad abre la puerta.

Una enorme sonrisa se planta en su adorable rostro y abraza con cariño a su único hijo varón.

—Mamá...—Tom la abraza con el mismo afecto.

Indudablemente, pudiste percibir un leve temblor en su voz.

Se forma una pequeña sonrisa en tu rostro. Era lindo ser testigo de nuestras de cariño como aquellas, te hacían recordar que no todas las familias eran tan desastrosas como la tuya.

En cierto modo, las muestras de cariño como esas te daba esperanza. Si algún día lograbas formar tu propia familia esta no tenía porqué terminal mal, ¿no?

La mujer de mediana edad se despega de su hijo y logras vislumbrar como sus ojos brillan ante las lágrimas. Ella gira su cuerpo hacia el tuyo y sin esperarlo te envuelve en un cálido abrazo.

Te quedas estupefacta por unas milésimas de segundo, pero correspondes el tierno abrazo lo más pronto que te es posible.

—Me alegra tanto conocerte al fin, querida—. Una reluciente sonrisa ilumina el rostro de la mayor.

La timidez se apodera de tu cuerpo, las palabras por poco y no salen salen de tu boca ante los nervios. No esperabas un recibimiento como ese.

—A-A mi también me hace feliz conocerla finalmente—. Tus mejillas se tiñen de un leve color rojizo.

Solo dame un minuto (Tom Hiddleston y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora