Capítulo Ⅴ

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Sonríes a la nada. Hoy fue, sin duda, el mejor día de tu vida.

Cenaste con el mismísimo Thomas Hiddleston e incluso pudiste sacarle más de una sonrisa y Diablos, el hombre era aún más lindo en persona, las fotos no le hacían ningún tipo de justicia. Tierno, guapo, inteligente, caballeroso, gracioso. ¿Es que acaso también volaba?

Te llevó a casa en su lindo auto deportivo cuando la cena dio por terminada. No pararon de hablar en todo el camino, jamás pensaste que una chica tan simple como tú tendría la dicha de pasar tiempo con él.

—Oh, Max, ¿será este mi ser amado?— Tu cachorrito ladeo su pequeña cabeza, confundido, sin entender lo que le dices.

Vas hacia tu habitación completamente feliz, dando pequeños brinquitos cual niña. Tanteas tu pared, buscando el interruptor de tu habitación y enciendes la luz. Tus ojos recaen rápidamente en el hombre que se encuentra a tan solo unos metros de ti.

Pegas un grito.

—¡Nick! Por poco y me da un infarto—. Tu dichoso mejor amigo está sentado en la silla giratoria que se encontraba detrás de tu escritorio, donde hace unos momentos estaba la prenda de Thomas. El castaño no despega su mirada de la ventana.

Da media vuelta con un dramatismo que te parecería cómico si el rostro del ojiverde no estuviera tan serio. Estaba muy molesto contigo.

—Y a mi casi me da uno esta noche ______, no respondiste ninguna de mis llamas y mensajes, pensé que te había pasado algo. Te esperé dos horas en la pizzería, vine a tu casa pensando lo peor y no te encontré—. Se levanta y camina hacía ti. No querías admitirlo, pero te habías olvidado por completo de él. Lo primero que hiciste al momento de llegar al restaurante con Thomas fue apagar tu teléfono. No deseabas que nada ni nadie interrumpiera aquella cena, aunque ahora te arrepentías de tomar esa estúpida decisión

Tu amigo no se detuvo, siguió acercándose a ti, hecho una furia.

—Salí del edificio dispuesto a buscarte, casualmente me crucé con la señora Johnson y me dijo que te vio muy sonriente junto a un joven muy apuesto—. El enojo del castaño se debía a dos cosas. En serio se preocupó mucho por ti, eras su mejor amiga, por poco y entra en una crisis nerviosa por tu ausencia, pero también, aunque odiara ese sentimiento, tenía celos, celos del hombre que logró hacerte olvidar de él. Eso sí que le dolió.

Haces una pequeña mueca y bajas tu cabeza, el ojiverde tenía razones para estar furioso contigo.

Nick se quedó en silencio, esperando una respuesta de tu parte, pero no obtuvo ninguna y eso solo logró enojarlo un más. Eras ______, eras terca, ruidosa y a veces temperamental, ¿qué te pasaba?

—¿Es en serio? ¿No dirás nada?— Exclama, indignado. No podía creerlo, tú nunca te quedabas callada en las discusiones, siempre tenías algo que decir, siempre encontrabas la forma de contradecirlo, pero esta vez no lo hiciste. Su corazón dolía. Tenía la leve esperanza de que negaras todo, de que dijeras que la señora Johnson había visto mal, de que tuviste que hacer algo de suma importancia, cualquier excusa, no importaba lo tonta que fuera, pero tu silencio era la respuesta que tanto temía.

—L-Lo siento. Era un compañero del trabajo, me invitó a cenar y...— Jamás viste a Nick tan serio y eso solo te ponía más nerviosa. ¿Dónde estaba el castaño bromista e infantil que tanto querías?

Solo dame un minuto (Tom Hiddleston y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora