Con Adrián estamos llegando a la esquina en la que nos separamos todos los días luego de clases, pero lo detengo antes de que eso pase.
—¿Me vas a hablar o no? —le pregunto.
Hoy solo me saludo con un simple hola, y luego de eso no me habló más. Cada vez que intentaba hacerle una pregunta solo me respondía con monosílabos, por lo que me sentí ignorada casi todo el día.
—Me tengo que ir —murmura.
—Claro que no —aprieto aún más su agarre —No te vas hasta que me digas que te pasa.
—¿Acaso no es obvio? —niego con la cabeza —Creo que fui una especie de carga el sábado —murmura.
—¿Estás avergonzado? —asiente —¡Que bobo eres! —le sonrío —Se supone que los amigos no se avergüenzan por esas cosas —engancho mi brazo al de él para arrastrarlo a su casa —Aparte de que yo tuve parte de la culpa. Además, debo admitir que lo pasé bien.
Los juegos, ver como esos chicos se soltaban dejándose llevar y pasar el rato con Felipe también fue agradable. Solo espero que cumpla y no me deje tirada en la plaza solitaria.
—Me salvaste de un castigo —me sonríe de manera amistosa —Lamentablemente Jazmín no tuvo tanta suerte.
—Debería sentirme culpable, —me encojo de hombros —pero la verdad es que en cierto punto me alegra que estos chicos descubran el mundo real.
—Nunca más caigo en tus juegos.
—Admite que lo disfrutaste.
—En eso tienes razón —me da un empujoncito.
—Nos vemos mañana —me separo de él —Y espero que estés igual de estresante como es de costumbre.
—Adiós, amargada —me sonríe.
Me devuelvo a la esquina, para doblar a casa de mi tía y cambiarme ropa de manera rápida. Con Felipe ni siquiera nos pusimos de acuerdo en el horario en que nos veríamos, pero he notado que las veces anteriores ha sido a la misma hora, la cual es casi media hora después de salir del colegio.
—¡Hola! —saludo a Jannet al entrar.
—Hola —suelta la tela y me sonríe.
—Voy a salir a dar un paseo.
—Está bien —me guiña un ojo —solo cuídate ¿Sí? —asiento.
Subo y me cambio de manera rápida, ya que este uniforme me tiene aburrida. Aparte de que tengo bastante frío, por lo que quiero ponerme un pantalón y mi suéter grueso con tonalidades en azul.
—Nos vemos más tarde —me despido.
—Adiós, Sierra.
Camino en dirección a la placilla. Es agradable tener con quién hablar, aparte de Adrián. No es que me moleste pasar el día con Adrián, pero de vez en cuando tengo que darle un respiro.
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Jugando con la Realeza
Teen FictionLas promesas y la realeza eran las cosas más anticuadas para mí. Decir algo que no ibas a cumplir y ver personas que se quedaron estancadas en los siglos pasados, no, no me agradaba, era algo ñoño. Además, yo era una chica a la que le gustaba ir en...