Adiós, Sierra.
¿Cómo es posible que él sepa mi nombre? Esto de vivir en un pueblo pequeño no me agrada mucho. Al parecer son todos chismosos, o es muy cierto eso de que sí se conocen todos.
Fui el sábado y el domingo a esa solitaria plaza, con la esperanza de encontrar al niño correcto, pero no apareció. No creo que yo me haya creado su imagen en mi mente.
Ayer, estuve ayudando a Jannet en la caja, recibiendo dinero y entregando vestidos. Debo admitir que me pareció divertido estar ayudando e interactuando con las ñoñas del colegio, después de todo no son tan desagradables, pero si muy cursis.
Para mi suerte, los martes salgo a medio día, al igual que los viernes, por lo que podré ayudar a mi tía con las últimas entregas y luego me arreglaré, para ir con Adrián al palacio.
Siento que es un poco tonto hacer un baile un martes por la noche y mañana volver a la normalidad de levantarse temprano, pero probablemente es mejor estar en una ñoñería de la realiza, que encerrada sin amigos. Al menos en el baile puedo burlarme de Adrián.
—Hola, amargada —levanto la mirada y veo a Adrián.
—Hola, cara de escroto —le levanto el dedo, ganándome una extraña mirada de parte de su hermana, una chica de 15 años —¿Buscas tu vestido, señorita? —me burlo de él.
—Que odiosa eres —pone los ojos en blanco.
—Voy a ver si ya está tu vestido —le digo a la hermana de Adrián.
Atravieso la cortina marrón y mi tía junto a las mujeres que la ayudan están de un lado a otro. Me acerco a mirar las cajas listas y busco el nombre de "Jazmín", aunque no lo veo.
—¡Jazmín vino por su vestido! —informo.
—¡Lo estoy envolviendo! —me dice Tania, una de las trabajadoras.
—En unos segundos vuelvo por él.
Vuelvo a la salita de recepción, pero ahora hay más personas. Que estrés se está volviendo esto.
—Están envolviendo tu vestido —le digo a Jazmín.
—Gracias —me responde y se hace a un lado para que pasen las otras dos chicas.
Ellas me dan sus nombres y entro en busca de sus vestidos justo al momento en que el vestido de Jazmín ya está envuelto y dentro de la caja. Acomodo una caja sobre otra y salgo a duras penas.
—Saca el de arriba —le digo a Adrián.
Me acerco a las otras dos chicas y le indico a una de ellas que tome la caja de arriba, para luego extender la otra a la siguiente chica. En orden se acercan a pagar y les entrego una boleta a cada una.
—Te alcanzo en un rato —le dice Adrián a su hermana y se acerca a mí.
—¿Qué pasa? —pregunto cuando estamos solos.
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Jugando con la Realeza
Novela JuvenilLas promesas y la realeza eran las cosas más anticuadas para mí. Decir algo que no ibas a cumplir y ver personas que se quedaron estancadas en los siglos pasados, no, no me agradaba, era algo ñoño. Además, yo era una chica a la que le gustaba ir en...