𝓒𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸 10

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—Toma asiento, por favor —indica mi madre

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—Toma asiento, por favor —indica mi madre.

No sé que es lo que quiere hablar exactamente conmigo, pero sospecho que no terminará bien.

—Primero quiero decir que estoy orgullosa de que lograras organizar el cumpleaños de tu hermano.

Claramente no va a terminar bien.

—Pero también quiero pedirte algo.

—Te escucho, madre.

—Sabes cómo es tu hermano —asiento —y no quiero que caigas en su juego —suelta un suspiro —Tengo claro que has organizado su fiesta de manera que todo salga perfecto, pero Arturo puede llegar a descontrolar todo si así se lo propone.

—¿A dónde quieres llegar con esto? —pregunto un poco confundido.

—Que esta noche saludes a unas cuantas personas y luego intentes descansar. No quiero que te contamines en el ambiente de tu hermano.

—Yo soy diferente a Arturo.

—Lo sé, hijo —intenta tomar mi mano, pero la aparto —Es mejor que te alejes. Además, ahora que serás el rey, todas las damas del pueblo se te van a acercar.

—¿Y eso es malo?

—No, no es malo. Es solo que... —la interrumpo, cosa que nunca antes había hecho.

—Mamá, soy el futuro rey —paso la mano por mi cabello para calmar mi frustración —¿Cómo pretendes que dirija a un pueblo que ni siquiera me dejas conocer? No quieres que baje al pueblo, pero ahora también intentas alejarme de las personas —me pongo de pie —¡Estoy por cumplir los 18 años y no tengo ningún amigo!

—Felipe...

—No quiero seguir con esta conversa —la corto —Ten buen día —camino a la puerta y me detengo antes de abrirla —Y no te preocupes, que no pretendo pasearme entre los invitados.

Dicho eso salgo y camino en dirección a la habitación de mi hermano. No me molesto en golpear, porque a pesar de que ya es medio día, de seguro él sigue dormido.

—¡Hora de despertar, Arturito! —me lanzo junto a él y solo murmura algo que no se entiende —Despierta, despierta —canturreo y lo muevo —Recuerda que es tu cumpleaños, Artur.

Se levanta de golpe y sonríe para comenzar a saltar sobre su cama.

—¡Tengo 23 años!

—¿Seguro? —me río —no lo parece.

—Déjame ser feliz —se deja caer en la cama —es mi día.

—Feliz cumpleaños —me abalanzo sobre él y le doy un apretado abrazo —Te quería traer el desayuno —me separo de él —Pero creí que iba a ser mejor el almuerzo con pastel de postre.

—Que considerado —se ríe —¿Preparado para esta noche?

—No he dormido bien estas últimas noches —miento —Así que posiblemente me quede dormido a los 5 minutos.

Jugando con la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora