𝓒𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸 16

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Acomodo el sofá grande y me siento sobre la alfombra roja, dejando mi espalda pegada al sofá, para estar cerca del fuego, porque estoy congelado gracias a la lluvia

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Acomodo el sofá grande y me siento sobre la alfombra roja, dejando mi espalda pegada al sofá, para estar cerca del fuego, porque estoy congelado gracias a la lluvia.

Escucho sonar la puerta que da al taller de telas de Jannet y me giro para que note que ya bajamos de la habitación, pero no es Jannet, es un chico. Aunque, para ser más exacto, ese chico es Adrián Mendoza, el amigo y compañero de clases de Sierra.

Automáticamente me quedo paralizado mirando al chico que se acerca a mí en silencio y no parece sorprendido por mi presencia.

—Tú no eres el príncipe, eres solo Felipe, un chico común y corriente como yo —me sonríe y se sienta a mi lado —Jannet me puso un poco al corriente sobre la situación —dice al ver que no digo nada —No le diré tu secretito a Sierra, si es lo que te preocupa.

—Gra... gra... —tartamudeo y no logro completar la palabra, por lo que él me interrumpe.

—No hay de que, príncipe —dice lo último en voz más baja de manera cómplice.

—¿Adrián? —nos damos una rápida mirada al sentir la voz de Sierra y luego la enfocamos en ella.

Ella se acerca y deja la bandeja que traía sobre la mesa de centro, para luego ir nuevamente a la cocina en busca de otra taza con chocolate caliente.

—Jura que no le dirás nada —digo en voz baja cuando compruebo que estamos completamente solos —no quiero que se entere.

—Lo juro —levanta su mano —ir en contra de mi futuro rey sería arriesgarme a una hermosa visita por los calabozos del palacio —se ríe —Así que no diré nada.

—Gracias —murmuro.

No digo nada más porque escucho los pasos de Sierra acercarse a la sala.

Adrián es un chico bastante agradable, aunque eso lo sabía desde que me cruce con él en el cumpleaños de mi hermano, a pesar de que ahí no se encontraba con todos sus sentidos cuerdos. Agradezco que haya guardado mi secreto, cosa que tenía que hacer de una u otra manera, porque era una orden del príncipe. A pesar de su simpatía, debo admitir que me molestó un poco saber que él se besó con Sierra, pese a que lo aclararon frente a mí, siento un poco de envidia. Sin embargo, no soy quien para molestarme por ello, solo soy un simple amigo y algo me dice que es lo único que voy a conseguir con ella.

—¡Pipo! —llamo a mi gato al entrar a la habitación —¿Dónde estás?

Miau.

Sale de debajo de la cama. Ahora que todos saben que hay un gato en el palacio, él se esconde. Eres un chico malo, Pipo.

De manera rápida me cambio, aunque a veces desearía quedarme así, vestido como un chico normal y no como una persona tan formal, pero mi madre me dice que tengo que cuidar mi imagen en todos lados, incluso cuando estoy en mi zona de confort.

Jugando con la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora