Adrián termina de poner las cosas dentro de su mochila y luego la cuelga en su espalda para indicarme con sus dos pulgares que está listo para salir de casa.
Nos despedimos de mi tía y salimos en dirección a la pequeña placilla, para ver si está Felipe junto a Arturo. Me da un poco de vergüenza ver a Felipe a la cara, porque escuchar que me llamó princesa me hizo sentir algo extraño, pero no algo negativo, es algo que no sabría explicar sin titubear.
Engancho mi brazo al de Adrián y lo escucho hablar acerca de que descartó su idea de besar a Sandy López, por lo que tendrá que buscar otro objetivo. Todo se debe a que descubrió que Sandy tenía mal aliento, cosa que a él no le agradó para nada.
—Creo que ya llegaron —dice Adrián.
Levanto mi mirada y veo al par de chicos riéndose, mientras se dan empujones divertidos. Es extraño ver que Felipe sea un chico tan solitario, pero que tenga tanta confianza para soltarse con Arturo, con el príncipe.
—Hola, parcito de anticuados —los saludo.
—Que cariñosa eres, querida Sierra.
—Trátalo como quieras —me dice Felipe —Este príncipe no intimida a nadie.
—No conspires en mi contra con ellos —le dice Arturo a Adrián —Tú estarás de mi lado —pasa un brazo por los hombros de Adrián —Seremos el equipo doble A.
—Puedo traerles una mesa, para que bailen sobre ella, equipo doble A —me burlo.
—Olvida eso —murmura Adrián.
—No te avergüences —le dice Arturo —Solo es que nosotros sabemos vivir la vida y ellos son unos aburridos.
Con Felipe nos miramos y ambos volteamos los ojos para luego ignorar a Arturo.
—¿Vamos? —me pregunta Felipe y asiento.
Salimos por el mismo lugar por el que salimos al río, pero en un punto cambiamos el sentido de la dirección. Miro en silencio el nuevo camino, aunque no mucho silencio, ya que se escuchan las carcajadas del equipo doble A.
—¿Me dirás a dónde vamos?
—¿Dónde quedaría el factor sorpresa? —me sonríe —Además ya falta poco —apunta una pequeña colina —Al bajar se encuentra el lugar.
—Que bien, porque ya me estaba cansando.
—¿Quieres cerrar los ojos para agregarle más al factor sorpresa?
—Qué cliché —frunzo el ceño un poco divertida.
—Está bien —murmura no tan alegre a como lo preguntó —no es obligación.
—No dije que no quisiera —rápidamente su rostro cambia, por lo que reprimo una sonrisa.
Se quita el gorro negro que lleva, lo que provoca que su cabello se alborote. Me lo extiende y un poco confundida lo coloco en mi cabeza.
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Jugando con la Realeza
Ficção AdolescenteLas promesas y la realeza eran las cosas más anticuadas para mí. Decir algo que no ibas a cumplir y ver personas que se quedaron estancadas en los siglos pasados, no, no me agradaba, era algo ñoño. Además, yo era una chica a la que le gustaba ir en...