—¿Qué? —me separo de él para mirarlo a los ojos.
—No me hagas repetirlo —dice con su rostro húmedo por las lágrimas y se vuelve a aferrar a mí.
—¿No se supone que Camille es menor de edad?
—Sus padres aceptaron firmar un papel para apresurar las cosas.
—¿No hay manera de que hagas tiempo? —me separo una vez más y le indico que caminemos en dirección a la banca.
—Lo dudo —dice cuando nos hemos sentado —por alguna razón mi madre está cegada en que esto sea pronto.
—¿Te obligaron a aceptar el compromiso con ella? —pregunto lo que me ha carcomido la cabeza todo este tiempo.
—No —niega con la cabeza —fue decisión mía —aparta la mirada —hice un trato con mi madre.
—¿Tra... trato?
—El día que te vi con Arturo —hace una mueca —en un arrebato, acepté el trato de mi madre. Yo me comprometía y ella me daba mi libertad.
—No parece que ganaras mucha libertad —murmuro —Arturo me contó de tu especie de cuarentena.
—Es raro saber que eres amiga de Arturo.
—Adrián sabe controlarlo —me encojo de hombros —solo por eso me agrada.
—Extraño los días en que estábamos los cuatro juntos —sonríe de manera triste —como esos dos ponían una tonta excusa para escaparse y estar solos.
—Piensa en uno de esos días —me encojo de hombros —quizás sirva para calmarte por algunos segundos —le sonrío, pero termino haciendo una mueca —¿Soné muy positiva? —asiente —iugh.
—Puede que busque uno de esos días en mi mente.
—¿Lo encontraste? —le pregunto después de unos segundos. Asiente —¿Me dirás? —asiente una vez más.
—Nuestra fiesta privada —sonríe.
—¿31 de octubre? —asiente.
—Happily —decimos los dos a una sola voz.
Me dejo caer en el sofá grande, y Felipe se sienta a mi lado en completo silencio.
—¿Te parece si salimos en un rato?
—Está bien —se encoge de hombros.
Nos volvemos a quedar en silencio y mi mente viaja al año anterior. A esta hora estaría arreglándome junto a Eli y Jane para ir a alguna fiesta en la ciudad, pero está claro que ahora no tengo a ninguna de las dos.
—¿En qué piensas? —me pregunta Felipe.
—El año pasado a esta hora me estaba disfrazando para ir a una fiesta —confieso —Yo iba de diabla y de mis amigas una era un Ángel blanco y la otra un Ángel oscuro. A ratos extraño un poco eso.
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Jugando con la Realeza
Novela JuvenilLas promesas y la realeza eran las cosas más anticuadas para mí. Decir algo que no ibas a cumplir y ver personas que se quedaron estancadas en los siglos pasados, no, no me agradaba, era algo ñoño. Además, yo era una chica a la que le gustaba ir en...