Tomo ubicación en mi lugar habitual de todas las mañanas. Más exacto, en la única silla junto a la larga mesa de roble. Ni siquiera sé porqué es tan amplia si solo soy yo el que la usa.
La pizarra aún está en blanco, no hay nada escrito, ya que Alfonso, el hombre encargado de darme la mayoría de las clases particulares, aún no ha llegado al salón.
En estos momentos solo quiero dormir y seguir en eso mínimo unas 3 horas más. No sé porqué mi madre me obliga a tener mi primera clase a las 8 de la mañana y no un poco más tarde, si a fin de cuentas es casi lo único interesante que tengo que hacer en este lugar. Deberían llamarme el doctor diversión. Espero se note que fue sarcasmo.
—Buenos días, joven Felipe —me saluda Alfonso.
—Hola —respondo al saludo del hombre.
—Su madre me dijo que no perdiéramos tiempo y comenzáramos esta clase, porque quiere tomar desayuno junto a usted y su hermano.
La hora del almuerzo siempre suele ser en familia, pero a mamá le gusta hablar cosas sobre intereses y como nos hemos sentido, por lo que, cuando necesita decir algo más administrativo, usa el desayuno, así que tenemos que acomodar los horarios y sentarnos juntos a la mesa.
—Está bien —asiento.
—Saque su cuaderno y comencemos con historia —informa Alfonso.
Rápidamente comienza a escribir en la pizarra blanca y dictarme ideas principales, las cuales escribo, pero con 0 comprensión, lo que deja en claro que esta noche antes de dormir tendré que repasar mis apuntes, porque a mi madre le gusta estar pendiente de mis estudios y de la nada me suelta una pregunta en mitad de comida. Solo espero que hoy no lo haga.
—Damos por finalizada la clase de historia —me informa Alfonso —Más tarde nos vemos en la de idiomas.
Solo asiento y me pongo de pie para dejar mi cuaderno ordenado en el estante donde está el resto de materiales para mi educación.
Al salir al pasillo, saludo a todos los guardias que se atraviesan en mi camino, de manera respetuosa con una leve inclinación, como me enseñó mi madre. Mi hermano estaría chocando los 5 con todos y ellos solo se verían en la obligación de responder.
—Buenos días, madre —la saludo en cuando entro al amplio comedor. Ella me da un leve asentimiento de cabeza y es mi señal para soltarte —Hola, mamá —le doy un corto beso en la frente y la envuelvo entre mis brazos.
—Hola, cariño —sonríe —toma asiento. El desayuno llegará cuando tu hermano aparezca.
—Significa que tendremos bastante tiempo de espera.
—No lo creo —suelta una risita —le pedí a alguien que lo fuera a despertar.
—Entonces...
—¡¿Era necesario?! —escucho el grito de mi hermano —¡Agua fría!
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Jugando con la Realeza
Roman pour AdolescentsLas promesas y la realeza eran las cosas más anticuadas para mí. Decir algo que no ibas a cumplir y ver personas que se quedaron estancadas en los siglos pasados, no, no me agradaba, era algo ñoño. Además, yo era una chica a la que le gustaba ir en...