—Buenos días, cariño —dice Camille y deja un beso en mi mejilla —¿En que piensas?
—En que la primavera se acerca —me encojo de hombros.
—Me encanta la primavera —se sienta a mi lado —me gusta ver los árboles verdes, las flores, el ambiente agradable —sonríe —¿Te gusta la primavera?
—Prefiero el otoño.
El recuerdo de Sierra acariciando mi cabello, mientras yo permanecía recostado en las hojas anaranjadas de otoño, inunda mi mente.
—Que aburrido —se ríe.
—Gustos son gustos.
—Tienes razón —sonríe —me encantaría pasar más tiempo contigo, pero tu madre quiere hablar conmigo —se pone de pie —solo quería venir a saludarte —me da un rápido beso en los labios y desaparece.
Comprometerme con esta chica ha sido amarrarme a ella. Ni siquiera le pedí que fuera mi novia y se comparta como tal, pero no me queda de otra, a fin de cuentas en menos de dos años nos cansaremos, así que es mejor acostumbrarme a esta tortura.
Llevamos un mes comprometidos y ha sido toda una tortura. Me estresa que intente invadir mi espacio cada 5 segundos, por lo que fui el chico más feliz la semana que se largó, aunque luego regresó con su familia y su madre puede ser mucho más hostigosa que ella. Mi madre cumplió con su parte y me ha dejado tranquilo, aunque teniendo a Camille no noto mucho la diferencia, porque puede ser tan estresante, al punto de que Pipo intenta rasguñarla cada vez que ella se le acerca.
Con Arturo, mi relación está cada vez más quebrada, ya ni siquiera comemos juntos, por lo que suele desaparecer para ir al pueblo. No entiendo como Adrián puede seguir intentando algo con él si se besó con su amiga, o quizás no esté enterado. Por otro lado, a Sierra me la he topado una que otra vez en el pueblo pero ambos nos ignoramos y seguimos con nuestro camino. Dos de las veces en que la vi, Camille intentó acercarse a ella, aunque la detuve y no volvió a intentarlo más. Esta semana la vi junto a Adrián, como siempre, y junto a otra chica, a quien recuerdo como Jane St. Clair, la amiga a la que llamó desde mi celular el día en que creí que habíamos solucionado nuestros problemas en base a mis mentiras.
—Felipe —ni siquiera me giro a mirar —Felipe —repite.
—¿Quieres que te parta la cara una tercera vez para que me dejes tranquilo? —digo sin mirarlo.
Tercera vez. La primera fue el día en que lo vi besarse con Sierra y la segunda vez fue cuando intentó acercarse a mí para decirme que lo sentía, aunque más sintió el golpe que le di en la nariz.
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Jugando con la Realeza
Ficção AdolescenteLas promesas y la realeza eran las cosas más anticuadas para mí. Decir algo que no ibas a cumplir y ver personas que se quedaron estancadas en los siglos pasados, no, no me agradaba, era algo ñoño. Además, yo era una chica a la que le gustaba ir en...