𝓒𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸 13

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—¡Es increíble que solo 6 personas aprobaran este examen! —dice el profesor algo enojado —Y estoy seguro que pasó solo porque permití que fuera en parejas —se toma la cabeza con ambas manos, como si quisiera gritar —o sino de seguro habrían reprob...

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—¡Es increíble que solo 6 personas aprobaran este examen! —dice el profesor algo enojado —Y estoy seguro que pasó solo porque permití que fuera en parejas —se toma la cabeza con ambas manos, como si quisiera gritar —o sino de seguro habrían reprobado todos. Todos los que reprobaron se quedarán aquí y no tendrán su feliz tarde de libertad —automáticamente se escuchan quejidos —Los 6 restantes ¡Lárguense!

Rápidamente tomo mis cosas y me pongo de pie junto a Adrián, para salir antes de que el hombre calvo quiera matarnos. Como dije, siento que en este colegio la exigencia no es tanta, por lo que no me es difícil aprobar mis materias.

—¿Quieres almorzar conmigo? —me pregunta Adrián al momento de salir del colegio —así de postre puedes reclamar uno de tus dos pasteles semanales.

—Me gusta esa idea —le sonrío —Pero primero acompáñame a casa.

—Como digas, chica odiosa.

Engancho mi brazo al suyo, mientras conversamos acerca de lo que le espera a los chicos que se tuvieron que quedar en el colegio.

En mitad de camino me llega un mensaje de mi madre, pero se me va la señal antes de poder responderlo, por lo que lo dejo pasar y me dedico a seguir mi conversa con el chico junto a mí.

—Hola —saludo a mi tía que está pegada a su máquina de coser.

—Hola —me responde —Hola —dice dejando caer su mirada en Adrián.

—Hola, Jannet.

—Comeré en casa de Adrián —le informo —¿Te molesta?

—Claro que no —me responde Jannet.

—Iré a cambiarme.

Me quito el uniforme y lo dejo de manera ordenada sobre la cama que Jannet se encarga de hacer, cada día que tengo clases. Tomo mi pantalón a cuadros junto a mi sudadera marrón, para finalmente soltar mi cabello y bajar con mi celular en mano.

—Estoy lista.

—Nos vemos más tarde —se despide mi tía.

A pesar de que el camino a casa de Adrián es corto, el frío comienza a recorrer mi cuerpo a la velocidad de la luz, ya que esta mañana estuvo lloviendo un poco, por lo que el ambiente está hundido y se ven varias pozas de agua en los baches que hay en el camino.

—Ahora tú tendrás que esperar a que yo me cambie —me dice cuando hemos llegado a su casa y desparece de manera rápida por un rincón de la escalera.

Observo las fotos a mi alrededor, hasta que la madre de Adrián sale de la cocina limpiándose las manos en el delantal de cuadros rojos que lleva atado en la cintura.

—¡Oh! —se sorprende al verme —Hola.

—Hola —le respondo con una sonrisa —Adrián me invitó a comer —le digo antes de que pueda preguntar algo.

Jugando con la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora