𝓔𝓹𝓲́𝓵𝓸𝓰𝓸

1.3K 111 33
                                    

5 años después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

5 años después.

Sin importar el tiempo, ni la distancia.

Las promesas me parecían estúpidas, ya que en cualquier momento se podían romper, por lo que nunca pensé que iba a llegar a este punto en el que iba a estar cumpliendo mi promesa. La promesa que hice hace unos años atrás.

Otro solsticio de verano y Felipe está nuevamente frente al altar para contraer matrimonio. Se ve nervioso y juguetea con sus manos, mientras toma aire repentinas veces.

La marcha nupcial comienza a sonar y él se queda estático, mostrando aún más su nerviosismo, pero eso me confirma que esta vez no saldrá corriendo y dará el acepto como debe ser.

Este se va a convertir en uno de los días más importantes de su vida, ya que está en la misma posición que hace 5 años, a punto de casarse para recibir la corona en unas horas más, pero ahora no siente la presión de ser obligado a casarse, ahora lo hace porque se enamoró de quien será su esposa en unos minutos y se lo merece, merece ser feliz.

Merece una mujer que lo ame tanto como sabe amar él, que lo haga feliz y que sepa apoyarlo en sus grandes pasos.

Y aquí estoy yo, cumpliendo mi promesa de apoyarlo sin importar nada, mirando como sus nervios están a flor de piel, pero también a punto de hacerle otra promesa, que también espero cumplir.

—Yo, Sierra Lancaster, te quiero a ti, Felipe Leblanc, como esposo y me entrego a ti. Prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.

Y esa persona con quien decidió casarse, es con la rebelde que le robó el corazón hace casi seis años atrás. La rebelde que en este instante también está muriendo de nervios.

El sacerdote habla tan lento, que mi pie se mueve de manera inquieta debajo del vestido. Felipe me guiña un ojo para indicarme que es hora de hacer lo que planeamos.

—Si a todo —decimos al mismo tiempo, provocando que los presentes se rían —Aceptamos.

Sin esperar una indicación, juntamos nuestros labios y nos besamos, dejando al sacerdote descolocado con nuestro acto.

—Es nuestro momento —susurra contra mis labios.

Me toma la mano y separa sus labios de mí para comenzar a correr por el pasillo, reviviendo el momento que tuvimos hace 5 años atrás. Los guardias nos persiguen, porque luego de esto viene la coronación, pero logramos escaparnos y llegar a la Alameda de árboles, como el día en que se escapó de su boda.

—Creo que ya puedes llamarme princesa —le sonrío.

—Disfruta tus cinco minutos de fama —se ríe —porque más tarde serás la reina.

La reina. Me he convertido en lo que me parecía anticuado.

—El día que nos despedimos, ¿Pensaste en qué íbamos a llegar a casarnos? —niega con la cabeza.

Jugando con la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora