Mi madre se pasea de un lado a otro mientras habla y habla, a lo que yo solo volteo los ojos cada vez que dice algo nuevo. Me ha tenido toda esta última semana un poco mareado con la organización de mi cumpleaños. Arturo se ofreció a organizar todo, como yo lo hice por él, pero mamá dice que tiene que ser algo elegante, cosa que Arturo aún no logra comprender.
—¿Qué te parece?
—Bastante bien —respondo y ella sonríe.
Aunque a decir verdad, no escuché nada de lo que dijo, pero con tal de que me deje un rato tranquilo, prefiero aceptar todo lo que dice.
Sigo enojado con mi madre, pero tratándose de temas de organización, podemos mantener una conversa sin inconvenientes. Sin embargo, evito toparme con ella a la hora de las comidas y cuando coincidimos, evito hablarle.
—Al fin te suelta —dice Arturo cuando me he sentado junto a él en la terraza.
Giro la cabeza y compruebo que los guardias están mirando desde la puerta. No sé porqué mi madre sigue con eso, Sierra ni siquiera va a volver, por lo que no debería estar preocupada de que salga en busca de ella. Sierra se veía bastante feliz en todas las fotos que había subido, volvió al mundo del que nunca quiso salir, por lo que ya ni me interesa darle una explicación de lo sucedido, ya que a fin de cuentas seré un simple recuerdo que borrará en unos días más.
Mi celular vibra y lo miro para encontrar otro like en mi última foto. Usé mi Instagram solo para hablarle a Sierra, ya que nadie estaba enterado de que yo tenía una cuenta, pero como al idiota de mi hermano le encanta meter la pata, subió algo mencionando mi usuario y las chicas del pueblo comenzaron a seguirme como locas. Cuando mi mamá se enteró de ello, me obligó a subir una foto y me dijo que usara mi cuenta para que el pueblo vea cómo me preparo para ser el rey. Por otro lado, varias desconocidas me empezaron a seguir, pero vi que todas seguían a Sierra, así que debe haber sido por mi comentario.
—¿Me vas a ignorar? —pregunta Arturo.
—Solo quiero relajarme un rato —suelto un pequeño bufido —Mamá sobrepasa todos los límites trazados.
—Son tus 18 —me recuerda —Eso la tiene emocionada. Ahora solo le falta buscarte una esposa —hago una mueca.
—Mejor háblame de ti. No quiero hablar más de mí.
—¿Qué quieres escuchar?
—Lo que sea —me encojo de hombros.
—Hmm, vale —piensa por unos segundos que decir —La noche del año nuevo, estaba con un grupo de chicos y chicas —me cuenta, dejándome en claro dónde se metió cuando desapareció —Adrián iba llegando al grupo cuando una chica se lanzó a besarme.
—¿Tú la besaste? —niega con la cabeza —me sorprendes, Arturo.
—Me aparté —se encoge de hombros —Pero no sirvió de nada, porque al parecer él se enojó.
ESTÁS LEYENDO
Jugando con la Realeza
JugendliteraturLas promesas y la realeza eran las cosas más anticuadas para mí. Decir algo que no ibas a cumplir y ver personas que se quedaron estancadas en los siglos pasados, no, no me agradaba, era algo ñoño. Además, yo era una chica a la que le gustaba ir en...