Cap 8. 🌜

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Narrador Onmicente

Cuatro días pasaron, y las cosas con la protagonista de esta historia, Ana iba igual.

La facultad la consumía, los exámenes, tareas y esas cosas, limitaban su tiempo, además de agregar que iba a trabajar.

Casi nunca tenía tiempo para salír, sus amigos le insistían pero simplemente ella se negaba, sumándole que estaba un poco deprimida, por el hecho de que las cosas con su novio no mejoraron, y hasta se podría decir que empeoraron.

Ya ni si quiera hablaban por mensaje, pero no quería ser dramática, apenas si habían pasado cuatro días, tampoco era para tanto.

Y hoy 15 de octubre, por fin Ana Lindoro había salido de su rata cueva, para acompañar a su amiga Juli al médico.

—Dime una vez más por qué estamos aquí.— nuestra protagonista preguntó nuevamente a su mejor amiga

—¡Agggggg!.— la queja de aquella pelinegra resonó por toda la recepción—¡Ana, ya te dije 546 veces que vivimos aquí por qué me tengo que hacer un chequeon!.— explico nuevamente arta caminando al eso asensor

Ana miró para todos lados, viendo a enfermeras, doctoras, doctores, pacientes con batas, chicas embarazadas, niño y señoras.

Ella le desagradaba completamente venir a el médico, había un razón totalmente desconocida por la que odiaba venir.

—Mi mamá está muy gede, con el hecho de que me debo checar el bife, para ver que todo esté bien.— Juli sigo la plática un poco más tranquila mientras esperaba a que el ascensor llegará al piso que había puesto.
—Empezo con eso desde que me encontró cogiendo con Eduardo el de arquitectura.—

La pelinegra rio, recordando el rostro de terror de su progenitora, mientras que su amiga morocha hacia una mueca de desagrado

—Vos deberías hacer lo mismo.— finalizó Julieta

—¿Hacer que?.— pregunto la morocha como visible confucion

—Venir al médico, para revisarte allá abajo, digo vos no coges pero apuesto que te sentirias más segura sabiendo que la máquina reproductora, no tiene telarañas.— respondió obvio con un toque de burla

—Cerra el ojete!.— se quejo Ana —Ademas sabes que yo no podría pagar una consulta de estás.—

—Boeeeee.— la peligra rodó los ojos, por qué sabía que si la podía pagar solo que no quería.

Las dos amigas se callaron al llegar al consultorio que la recepcionista les había indicado, antes de aquella plática que tuvieron.

El consultorio #255

Ana y su mejor amiga, entraron en aquel consultorio, como se lo había indicado la señorita rubia que les dió el pase, aquella señorita les había dicho que tomaran asiento por qué la ginecóloga venía retrasada.

En la pieza solo se encontraba una tipo silla que era más una cama, con dos metales a los lados, al parecer era para poner los pies de cada lado.

Nuestra morocha protagonista, se sentía incomoda al estar en ese lugar, que nunca había venido, pero claro sabía que era cada cosa.

Dejando un poco de lado a esas dos amigas…

Justo en el estacionamiento del hospital, se encontraba una rubia totalmente despeinada, con unas ojeras más grandes que su misma cara.

Aquella mujer de 29 años, venía en estado alcohólico, se notaba en su caminar, esto se debía que ella tenía un secreto, y por este mismo, ayer en la noche tubo un problema que decidió olvidar con alcohol.

Cᴏɴᴛɪɢᴏ / Tʀᴜᴇɴᴏ 🌜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora