Cap 35. 🌜

769 26 27
                                    

Ana

—Lo siento…— murmure apenada

La chica del mostrador solo me miró mal, y asintio, pasandome el litro de helado que pedí.

Me sentía muy avergonzada, por qué tenía todas las miradas puestas sobre mi, lo cual que me incomodaba.

—Son $478.— aquella piba dijo la cifra

—Ahh Boeeee y vos querías tres litros más.— me reclamo Dani en joda, quitándome la incomodidad

—Ya dije que no quer…— intente hablar pero me interrumpieron

—¿Querés los tres litros?, Nosostros podemos poner más plata, y así compramos lo que falta del helado.— afirmó Valen, quien me dijo aún con una sonrisa tímida

—No, no, no, Dani solo lo dijo en…— otra vez me interrumpieron

—Si, aquí traigo plata de sobra, y YO puedo comprar lo que falta o lo que quieras…— se metió Mateo, alzando la voz en el "yo" mirando mal a Valentín

¿Y estos…?

Yo solo me digne a fruncir el ceño, y míralos confusa, pero enseguida negué repetidas veces.

Camilo y Daniel, veían la escena un poco incómodos, y confundidos pero lograban disimularlo.

—No, no, no hace falta chicos.— me encogi de hombros

—¿Segura?.— me preguntó Mateo

—Sip.— sonreí de boca cerrada

El me miró un poco desconfiando pero termino accediendo, gire completamente, dandoles la espalda, para así tomar el bote de helado, y entregarle la plata que saque de mi cartera.

No tenía mucha plata claramente, pero el helado valía cada maldito centavo.

Una vez que lo tuve en mis manos, gire nuevamente a ver a los chicos, para darles una sonrisa incómoda, acompañada de un silencio extraño.

—¿Y?, ¿Que harán ahora?.— rompió el silencio Camí preguntando

—Pues… nada, pensábamos ir a casa, para comer el helado y pasar el rato.— respondió Dani encogiendose de hombros —¿Y ustedes?.—

—Igual, igual.— respondió Valentín viendo para otro lado

—¿Nos acompañan?.— pregunto el teñido semi rubio a mi lado izquierdo

Ganándose una mala mirada de mi parte, a lo que el solo me miró de reojo, encogiendose de hombros.

No era como que me caín mal o algo así, pero en ellos podía ver la incomodidad, en especial con Valentín y Mateo, quienes parecía que tenían una guerra de miradas malas.

Y no entendía el por qué.

Aunque si debo decir que el estar en un mismo lugar con Mateo, y mis amigos, si me ponía un poco nerviosa e incomoda, dado las causas por la que nos conocimos.

—Dale dale, me copa.— respondió el 420 simpático

—Pues vamos.— sonrió Daniel

—Yo traigo auto.— anuncio el ruloso padre de mi hijo

Todos asentimos sin darle tanta importancia, y comenzamos a caminar, en dirección al dichoso auto.

Camine a pasos tímidos hasta llegar al auto de el ruloso, que obviamente era el mismo que traía siempre.

Mi amigo Dani, miró con explendor el auto, y claramente con emoción.

Es decir no era como si un auto así de bien cuidado y de gran marca, este por el barrio.

Cᴏɴᴛɪɢᴏ / Tʀᴜᴇɴᴏ 🌜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora