Cap 59. 🌜

364 20 0
                                    

Ana.

Suspiré esperando a que el señor Lee se despertara.

Nuevamente lo moví, para así poder avisarle que mi turno recién empezaba y mi compañera se había ido antes de que yo llegara.

—Señor Lee...— susurré intentado no despertarlo de manera brusca

Y así, en cuanto toque el hombro por décima vez en el poco rato que llevaba ahí, por fin aquel señor de 40 años despertó.

El nombrado rápidamente abrió sus ojos asustado, mirando en todas las direcciones, hasta que su mirada se encontró conmigo y solo ahí su gesto cambio a uno más relajado.

—Ah Ana sos vos.— determinó sin mucha importancia

—Hola buenos días señor Lee, ya vine a mi turno.— resoplando sin ganas, hablé

El de ojos rasgados asintió sin ningúna expresión.

Por mi parte solo rodee los ojos y dispuesta a ir a mi lugar de trabajo me di la vuelta, pero unas palabras de mi jefe me frenaron en el acto.

—Mas tarde me gustaría hablar con vos Ana.— sentencio, a lo que yo me di vuelta para darle una mirada pidiendo una explicación —Me parece que te haz vuelto un poco lenta por lo de tu condición...— frunció el ceño mirando mi barriga —Y me gustaría hablar de lo que se va hacer después.—

Sin decir una palabra más, mi jefe se dió la vuelta yendo directo a la bodega, dejándome ahí un poco desconcertada y asustada por lo que podría venirse.

Yo no podía perder el trabajo...

Con el sueldo de mi vieja, apenas si podíamos sobrevivir ambas y si me despedían, sería ponerle más cargas a mi madre, que suficiente tiene pagando un maldito abogado y corriendo con los gastos de la casa.

Y con mi nueva modalidad en la facultad, debo decir que gastaba un poco más, por el simple hecho de pagar el servicio del café internet.

Que claramente no era barato en lo más mínimo.

Frustrada, ahora sí me di vuelta aún con miles de pensamientos en mi cabeza, caminando hacia detrás de la caja, dónde se cobraba.

Me puse mi uniforme de trabajo, y a su vez pensaba cuál podría ser una posible solución en caso de que me despidieran.

Y solo llegaba a la conclusión de que tendría que buscar un nuevo trabajo sin esforzarse demasiado, para que ni yo ni el bebé corran riesgos.

Pero a decir verdad, todo trabajo llevaba cierto esfuerzo.

Cómo por ejemplo... En este trabajo en el chino, siendo solo una cajera, se necesitaba demasiado el cargar cajas.

Ya que cuando llegaba nueva mercancía, yo tenía que meterla al loca, acomodarla, contarla y hacer el etiquetado.

Pero al menos yo, en estos últimos meses dónde mi barriga crecía de forma desmedida, yo no hacía nada de esto, ya que con el señor Lee habíamos llegado al acuerdo de que me descontaba un poco de mi salario, si aceptaba que yo no realizará estos actos.

Cᴏɴᴛɪɢᴏ / Tʀᴜᴇɴᴏ 🌜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora