Cap. 66🌜

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Mateo.

Sus manos rodeando mi torso y dejando caricias en este mismo con delicadeza, me hacían  relajar al contacto.

Su respiración tranquila me daba paz y felicidad, a causa del silencio podía sentir los latidos tranquilos y serenos de su corazón, provocando el disfrute de ese sonido, como si fuese música para mis oídos.

Su larga cabellera castaña yacía en mi pecho, mientras que yo lo acariciaba suavemente.

Yo, con mi brazo izquierdo la tenía sostenida por sus hombros, causando nuestra cercania, sin dejar espacio de distancia entre nosotros.

Y así, con mi mano derecha posada en su vientre acariciaba un pequeño bulto que se formaba en la parte superior izquierda de la linda pancita de mi bebé.

Podía jurar que justo en ese bulto se encontraban las hermosas manitos de mi hija, ya que por ratos se podía sentir como se movían muy despacio.

El calor que emanaba está zona era reconfortante y simplemente aliviante... ahora podía comprender por qué Ana pasaba tando tiempo con su mano en su vientre.

—¿Estás feliz?— la morocha menciona que yacía en mi pecho, hablo de la nada

¿Feliz...?

La palabra feliz le quedaba corta a lo que sentía, realmente era una sensación nueva y gratificante que se generaba desde mi pecho.

Mi mente no podía dejar de pensar una y otra vez, en mi hermosa hija.

Y en lo linda que sería, en lo feliz que quería hacerla, en lo cuidada que quería hacerla sentir.

Ni aunque quisiera podía quitar la enorme cara de felicidad de mi rostro y ni tampoco la enorme emoción de tenerla ya en mis brazos.

Este sentimiento era nuevo para mi, no podía creer que aunque no la conozco, ya haría lo que fuera por tenerla bien.

La amaba sin conocerla...

Estábamos en mi casa más exactamente en mi cama, descansando, ya que después de la ecografía decidimos venir aquí, o bueno después de varias insistencias mias, lo hicimos.

Si bien, yo no tenía permitido traer a Ana a mi casa, no me importo nada después de la hermosa noticia de hoy.

—La felicidad le queda corto a lo que siento.— expresé en un suspiro

—Me alegra mucho que sea una nena, y después de todo era lo que vos querías.— comento risueña mirándome de reojo

—Yo también estoy feliz o más bien increíblemente alegre.— rei levemente —Sera hermosa.— formule más para mí, que para ella

—Y si boludo, si va a salir con mi belleza.— la madre de mi hijo se hizo la superada, lanzando levemente su pelo al aire

—Ahhh boeeeee, que decís si vos sos alta fea.— la jodi reprimiendo una sonrisa

—¿Que acaso vos no sos el que me dice a cada momento que soy linda?— me miró sarcástica, levantándose levemente sobre sus codos

—Eso es lo que crees vos, pero la verdad solo es por compromiso... En realidad sos alta fea.— mire para otro lado

—Andate a la mierda Palacios.— la morocha con intenciones de levantarse, se reincorporo con mucha dificultad por su gran vientre.

—Mentira boba, si sabes que sos hermosa.— la tome del brazo suavemente para no lastimar la, atrayendo la nuevamente a mi pecho —Mi hija es súper afortunada por sacar esos hermosos ojasos marrones y esa hermosa carita de enojada que tenés vos.— acote con una sonrisa, mirándola fijamente para que viera la sinceridad en mis ojos.

Cᴏɴᴛɪɢᴏ / Tʀᴜᴇɴᴏ 🌜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora