Cap 43. 🌜

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Mateo

—Bahhhh boludo, te dije cordones, ¡No! condones.— reclamé en voz alta, mirando con decepción a Valentín

—¡¿Posta?!.— miro los forros en sus manos, reprimiendo una carcajada

Entre cerré los ojos, dándole una mala mirada —Y boludo no se puede ser más idiota que vos.— negué

—Jaja y bueno boludo qsy tenlos, tube que correr dos cuadras después de quitárselos a Dani y a su wacha, en pleno acto.— se encogió de hombros mientras de su bolsillo izquierdo sacaba lo que parecía ser una galleta

Mire con asco esa acción
Quien sabe cuánto tiempo allá tenido esa galleta ahí

—¡Que asco Valentín!.— Camilo que hasta ahora estaba admirando la escena, hizo una mueca de asco

Valentín rio y siguió comiendo, caminando hacia la cocina de mi mejor amigo, desapareciendo de nuestro campo de visión

—¿Y ahora Mateo?.— el morocho a mi lado se rasco la nuca, analizando la situación

Aquí estábamos Camilo y yo, ahhhh y Valentín que solo estaba comiendo.

El tema es que, como buenos hombres que somos tratamos de arregla algo que rompimos que era de la mamá de Camilo.

Un reloj de pared antiguo.

Ya intentamos arreglar el vidrio que quedó maso menos, ahora solo faltaba colgarlo, pero se había roto el gancho que lo sostenía.

Para eso los cordones.

—Nose wacho…— pensé en una solución —Igual podés ponerle cinta adhesiva detrás y presionas hasta que quede bien pegado.— solté lo primero que se me vino a la mente

Camilo me miró como si no lo pudiera creer para después hablar —Wow boludo, que buenas ideas tenes.— sonrió

Rei para asentir y antes de tomar mi celular ya que había vibrado.

Lo tome de mi bolsillo trasero derecho, para encender la pantalla y revisar las notificaciones.

Me sorprendí un poco al ver aquel mensaje de la persona menos esperada.

Ana Lindoro.
Hola Mateo, disculpa si te molesto a estas horas, pero estoy en el hospital por un dolor en el vientre.

En cuanto veas este mensaje, por favor reportate.

_______

En cuanto leí completo el mensaje, salí de WhatsApp y me dirijo a las llamadas, a buscar el contacto de Ana.

Preocupado, presione el botón de llamar, a los segundos los tonos típicos de llamadas…

—Diga…— la voz dulce de Ana sonó del otro lado del teléfono, en cuanto atendió

—Bueno… ¿Ana, están bien?.— hablé con preocupación rápidamente

—Hola Mateo, si si estamos bien solo fue…— una voz cerca mío la interrumpió

—¡VALENTÍN DEJA AHÍ! ¡LA CINTA NO SE COME!.— Camilo grito enfurecido

Gire a mirarlo muy mal, mientras le deba un puñetazo.

Me levanté enojado, caminando a toda velocidad, a el jardín de atrás, para así poder escuchar mejor a Ana.

—Perdóname Ana, me seguías diciendo.— apure las palabras aún con angustia

Cᴏɴᴛɪɢᴏ / Tʀᴜᴇɴᴏ 🌜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora