Cap 67. 🌜

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Mateo.

—Si si... Yo le llevo los papeles más tarde.— asenti con la cabeza aunque no me vieran —Muchas gracias, hasta luego.—

Con una sonrisa en el rostro colgué, apagando inmediatamente mi celular.

Creo que por primera vez en mi vida, sentí que estaba aprovechando de manera inteligente mi dinero.

Por fin sentí que estaba haciendo algo bueno, por alguien que no fuera yo. Además sabia que ese dinero invertido de iba utilizar a su máximo potencial.

Y bueno tenía que actuar con inteligencia antes de que pase algo peor con el problema con mi padre.

Que para ponerlos en contexto hace dos días cuando vinieron los Bulgheroni se decidió que íbamos a hacer pública nuestra relación con Zamantha, y bueno los primeros pasos serían que fuéramos juntos a cenas importantes de negocios dónde iba a ver prensa y esas boludeces, para después hacer público nuestro "compromiso".

Claramente estoy en desacuerdo pero no podía hacer nada al respecto, que haría si me dejan en la calle.

Por otro lado está situación me estaba matando poco a poco, ya que mis ganas de decirle a Ana o a Camilo y Valentín, eran nulas si ellos se enteraban podría ser mucho peor.

Además que podría decirles: "che que creen me vendí, para no quedarme sin plata y ahora voy a vivir infeliz con una piba interesada"

La cara seguramente se me caería de la vergüenza.

—Joven Mateo, ya está el desayuno.— Carmen anuncio, desde el otro lado de la puerta de mi pieza

—Gracias Carmen ahora voy— respondí suspirando, alejando un poco de mi cabeza los pensamientos abrumadores 

Tome aire antes de levantarme de mi silla de escritorio, dispuesto a ir a desayunar.

Salí de mi pieza con un poco de pereza, ya qué seguramente en el comedor se encuentra toda mi familia para tomar el ya cotidiana desayuno en familiar.

Realmente no tenía ganas de tener ese abrumador momento, no podía ni si quiera mirar a Pedro a los ojos.

Aún no entendí el por qué me hacía todo esto, siendo yo su hijo y la bebé que viene en camino su nieta, pero claro a él nada le importa más que la plata.

Me adentre tanto en ese pensamiento que no me di cuenta, cuando llegue al comedor.

Suspirando, hice un gesto en forma de saludo para todos los presentes ahí.

Y por lo que pude ver de reojo nadie quería estar en este momento, ya que jamás ví el comedor tan silencioso.

Nadie emitía ni el más minúsculo sonido, solo se ocupaban en comer, tanto que nadie correspondió mi saludo.

Mi madre tenía pequeños indicios de que había estado llorando, el semblante de Pedro estaba más fruncido de lo común, Pía miraba a un punto fijo y Emilio por primera vez desde hace mucho me miraba, pero me miraba con lastima, tristeza y cierto enojo.

Al ver toda esta escena, decidí ahorrarme problemas y solo dedicarme a comer tranquilamente.

Comencé a degustar lo que yacia en mi plato, que era un sandwich de milanesa con ensalada.

Cᴏɴᴛɪɢᴏ / Tʀᴜᴇɴᴏ 🌜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora