Capítulo VII

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Arlet y Elian salen de los vestidores encontrándose con el resto del grupo esperándoles. Yannick se acerca a ellos y les entrega sus armas las cuales son unos guantes con un compartimiento en la palma que contiene pequeños discos inmovilizadores; los cuales son disparados automáticamente al apuntar al objetivo además les da comunicadores circulares y pequeños de azul celeste parecidos a una pegatina, ellos los toman y se los colocan en la sien derecha, estos captan las ondas sonoras y las transmiten directamente al cerebro por lo que no se colocan directamente en el oído.

Los chicos presionan un botón ubicado en la parte posterior del cuello de sus trajes para encender el sistema de protección, lo cual sirve como defensa ante diversos tipos ataques y armas. No hay abrazos de despedida, no hay besos en las mejillas solo lágrimas silenciosas y ojos cristalizados, como si al no decir adiós mantuvieran la esperanza que volverían o para no aceptar que tenían miedo. Salieron en silencio del refugio para no despertar a los que dormían.

Las chicas Sharts se suben en un aeroauto de color negro, fascinante a decir verdad, estos si poseen un tipo de ruedas con algunas diferencias claro, estas ruedas se ajustan quedando de manera horizontal y pequeños propulsores como de cohetes se despliegan al encenderse el vehículo pudiendo de esta manera elevarse. Aunque si lo desean pueden usarlo de manera terrestre.

Encienden el aeroauto causando un pequeño silbido, una gran puerta de metal del refugio se abre dando paso para que el aeroauto salga. Por su parte Arlet y Elian van juntos en una aeromotocicleta la cual es casi parecida al aeroauto, las ruedas no cambian de posición, para que pueda usarse también en tierra, sin embargo que poseen capacidad anti gravitatoria, por lo que parece como si el vehículo flotará. Tienen propulsores en la parte de atrás que proveen velocidad y dirección a la máquina, de esta manera se evita que la gravedad marqué el rumbo.

Los chicos salen por el mismo lugar que salió el aeroauto y la puerta del refugio se cierra. Insertan la ubicación a la que se dirigen y conducen por encima del bosque dónde se ubica el refugio, luego de al menos media hora están a unos cuántos metros del lugar donde se originó la llamada de auxilio.

Apagan los vehículos y ocultándose entre arbustos observan una vieja cabaña de madera. El cielo oscuro está despejado y la única fuente de luz es la luna, se escucha el ruido de los árboles siendo movidos por el viento helado junto con el sonido de los grillos, aparte de eso el lugar está en completo silencio no parece haber indicios de que alguien está dentro de la cabaña. Elian saca de uno de los bolsillos de su mochila unas gafas de visión térmica, posando su vista en la cabaña confirma que no hay nadie excepto el cuerpo de una persona en el suelo, probablemente el padre del niño que realizo la llamada, y lo que parece ser un niño al lado de esa persona.

- No hay señales de que haya alguien más, pero debemos tener los ojos bien abiertos puede que su calor corporal no fuera tan alto como para ser captado por las gafas. – explica Elian, a lo que tiene razón, los cazadores son mitad androides por lo que es probable que su calor corporal sea muy bajo u incluso no hay que dudar que puedan modificar su temperatura.

A hurtadillas salen de los arbustos y se dirigen a la cabaña que se encuentra a unos metros de ellos. Con sumo cuidado suben las dos escaleras que dan al pasillo de entrada, la puerta se encuentra entreabierta y se pueden escuchar sollozos. Los chicos se miran entre sí antes de que Elian abra la puerta y entre, con las chicas detrás de él.

La escena es completamente desgarradora, por la luz que se filtra a través de la ventana se puede observar a un niño, de unos cuatro años, llorar aferrado al cuerpo de su padre quien se encuentra en el suelo. Los chicos se acercan, al hacerlo sienten una textura líquida y viscosa bajo sus pies lo cual es un enorme charco de sangre, el pequeño se asusta al sentir la mano de Arlet sobre su hombro y retrocede hasta chocar con la pared. 

Arlet se acerca hacia él susurrándole que estará bien, que ellos son los buenos y que han venido a ayudar, el pequeño deja que ella se acerca y la chica toma sus manitas, ensangrentadas por lo que nota, entre las suyas. No puede distinguirlo bien por la falta de luz, pero eso no importa en ese momento, le abraza, sabe lo que es ver a sus padres morir desangrados aunque ella era más grande como para asimilarlo mientras que el pequeño no entiende por qué su padre no se levanta del suelo.

Un grito rompe la burbuja y se ve a la madre de Honey caer al suelo mientras sostiene su estómago, todos dirigen su vista hacia la puerta y pueden observar cuatro pares de ojos verde brillante, ya se sabe quiénes son, los cazadores, notarían en cualquier lugar esa mirada biónica y vacía. Los disparos no tardan en llegar haciendo agujeros en las paredes y los muebles del lugar, Elian corre al lado de Arlet y Honey junto con su hermana se esconden detrás de los muebles a unos cuantos pasos delante de los prometidos, los chicos notan que aunque sus trajes tienen protección esos disparos podrían matarlos. 

Rápidamente Elian saca un pequeño objeto metálico con forma de esfera, aprieta el botón rojo que se ubica en el centro y lo tira al suelo, un campo de fuerza polarizado parecido al vidrio se extiende sobre Arlet, el niño y él. El campo de fuerza llega a ser invisible para los cazadores, pero les permite a los que están dentro ver lo que sucede, Honey saca el mismo objeto, que tiene Elian, de su bolsillo y ahora ella junto con su hermana están protegidas.

Más adelante esta la madre de Honey desangrada en el suelo, no se mueve, no respira, está muerta. 

 

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