Capítulo XXXIII

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- ¡Bloom! – se escucha el grito de Fierce mientras él entra a la habitación -. Para ya. – le ordena él, esta se detiene. Elian se desmaya cuando la chica deja de golpearle, Fierce lo baja y colocándolo en sus brazos lo lleva a la enfermería, en donde se encuentra Arlet.

Camina por el pasillo hasta doblar a la derecha donde se encuentra un cuarto de vidrio con varias repisas donde se encuentran medicamentos y otros aparatos médicos, hay máquinas avanzadas, varias camas con sábanas blancas y sobre una de ellas esta Arlet, dormida. Lo bueno que trajo Ciudad Coliseo es que las heridas pueden ser sanadas en cuestión de segundos, incluso las mortales sin embargo esto permitía que los cazadores siguieran torturando a los cristianos durante más tiempo.

Fierce coloca a Elian en una de las máquinas la cual extrae las agujas de su cuerpo, inmediatamente lo sacan de esta y lo introducen en una especie de incubadora donde un tipo de luz led que sigue un patrón de la cabeza a los pies repetitivo empieza a funcionar y a sanar las heridas del cuerpo de Elian, tanto las internas como las externas.

Será un pequeño descanso antes de que vuelvan a la locura. Quien diría que solo habían pasado unas horas.

Mientras tanto en el refugio, cuando la mañana ya había llegado esta trajo consigo preocupación y tristeza, empezando por el pequeño Arlan, quien al salir de su cama no encontró a sus, ahora, padres. Pensó que estarían fuera, en el comedor, pero tampoco los encontró allí. Busco en su lugar favorito, donde solían reunirse a juguetear con los dientes de león y entretejer coronas de flores para Arlet u Honey sin embargo tampoco estaban allí. Entonces lloro, pensando en que ellos también se habían ido y que, al igual que su fallecido padre, lo habían dejado solo.

- ¿Qué pasa pequeño? – pregunto Elix al verlo llorar bajo el árbol de sauce.

- Se han ido. No están. – respondió él con tristeza volviendo a esconder su cara entre sus rodillas.

- ¿Quiénes no están Arlan? – pregunta él, confundido.

- Mis papás. – era la primera vez que los llamaba así, pero los sentía sus padres. Elix entendió a que se refería y era verdad, él no los había visto en el comedor durante el desayuno, pero asumió que seguían en casa.

- Los buscaremos. ¿Me acompañas? – pregunto el chico, Arlan se levantó y se aferró a su mano mientras ambos caminaban hacia la sala de mando, probablemente Yannick e Iliana sabrían algo de ellos.

Llegando al lugar vieron a las personas correr de un lado a otro, varios concentrados en las pantallas, pero todos con el mismo rostro de preocupación.

- ¿Qué sucede? – pregunta Elix inmediatamente a Yannick quien está con una tablet en su mano y sus ojos cristalizados. Observa a Arlan antes de darle la tablet y agarra al pequeño en brazos alejándose de Elix.

Elix observa una recopilación de grabaciones de las cámaras de seguridad, la primera estaba en la entrada del refugio, de la cual salen Arlet y Elian aun vestidos con sus trajes de bodas. En la segunda, ubicada en uno de los árboles del lugar se ven unas sombras y un cuerpo en el suelo; aumentando la claridad puede observar a las sombras, que son cuatro personas con ropa negra y capuchas que impiden ver sus rostros, alejándose para que segundos después lleguen Arlet y Elian, observan al chico y en un instante ambos reciben un golpe en la nuca que los deja inconscientes para que luego los sujetos que los golpearon los levanten y desaparezcan, no hay nada más.

Elix se tapa la boca con la mano y tiene los ojos cristalizados, ahora sabe por qué no se encontraban. Elix sabe lo que les hacen a los cristianos antes de ser asesinados en el Coliseo, las torturas empleadas por los cazadores son crueles y dolorosas tanto que muchas veces morían en las torturas y no en los espectáculos; al recordar su vida pasada y todo lo que vio mientras era funcionario de la ciudad solo puede sentir escalofríos recorrer su cuerpo y orar para que no les suceda nada.

Se dirige hacia Iliana quien está en una esquina con la vista perdida sentada en una silla. Elix se coloca a su lado y la abraza, cuando se separan ella le da una sonrisa, sus ojos están algo enrojecidos seguramente por las lágrimas.

- Estaban tan felices, solo se me viene a la mente sus sonrisas y el brillo en sus ojos. Y ahora pasa esto y solo puedo imaginarme lo peor, en ellos...- se detiene con la voz rota y ahogada, un nudo en la garganta y sus ojos llenos de lágrimas conmueven el corazón de Elix.

- ¿Has visto a Honey? – pregunta el chico cambiando de tema.

- No. – responde, Elix le da una mirada confundida -. Hoy se hace mantenimiento y revisión de los túneles, estará allí todo el día seguramente.

- Veré que puedo hacer para traerlos de vuelta. – le dice Elix a Iliana, esta lo observa, le da una sonrisa y posteriormente el chico sale del lugar, deja a Arlan con sus abuelos para dedicarse a buscar una forma de sacar a los chicos de ese lugar, sabe que tiene que apresurarse y también prepararse para lo peor.

Piensa que en el mundo en que viven las cosas pueden cambiar en segundos, viendo el día de ayer en el que todo era una fantasía o un cuento de hadas que salen en los libros, pero que ahora cae abruptamente en una realidad abrumante. Tal vez aquí no están permitidos los sueños o las fantasías, porque justo ahora es parecido a cuando despiertas, ves la realidad y te das cuenta de que prefieres vivir en un mundo imaginario a despertar.

Elian y Arlet eran fuertes, él lo sabía, pero no eran inmortales. Él podía decir que ambos tenían muchas razones para vivir, que había muchas personas que los amaban y otras que dependían de ellos como lo era Arlan. Lo último que quería era ver sus muertes siendo un espectáculo del Coliseo, no quería que transformaran la vida de los chicos en una simple historia a la que le daban un final grotesco y que miles de personas disfrutaban.

Tal vez era demasiado negativo, pero él había estado allí, él lo había visto, peor aún, había llegado a causarlo.


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