Capítulo XXX

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Los últimos rayos del atardecer y el posterior anochecer no solo se llevaron consigo el día sino también a la mayoría de los refugiados, que luego de darles sus felicitaciones y buenos deseos a la pareja se habían retirado a su hogar. En varias mantas unidas se encontraban los padres de Elian, Honey y Elix además del pequeño Arlan que dormía tranquilamente en las piernas de Arlet quien tenía su cabeza apoyada en el hombro de Elian mientras el mencionado pasaba su mano por su cabello de vez en cuando. La felicidad retumbaba en el ambiente acompañada por el sonido de los grillos y el viento moviendo las hojas del sauce.

Sentados, formando un círculo alrededor del centro de mesa que proveía luz al lugar, hablaban entre sí todos los ya mencionados, al parecer nadie quería irse a dormir.

- Bueno, chicos, creo que es hora de levantarnos y recoger todo esto. – menciona Iliana, los demás asienten y se levantan para recoger las mantas, a excepción de Arlan al cual Arlet deja acostado en la manta.

Todos empiezan a recoger y doblar las mantas, los adornos se los han regalado a las personas por lo que no deben preocuparse por eso. La comida consistía en el almuerzo de ese día, hamburguesas, el cual había sido atrasado para darle espacio a la boda, este se repartió en cajitas de cartón lo que significaba menos platos que lavar. Luego de terminar de recoger, afortunadamente no había sido mucho trabajo esas eran las ventajas de una boda sencilla, se retiraron del lugar. Elian llevaba a un muy dormido Arlan en brazos mientras que Arlet junto con Honey, Elix e Iliana iban a guardar las mantas.

Yannick camina a la par de Elian dirigiéndose a la cabaña que sería el hogar de los recién casados, esta quedaba alejada del hogar de Yannick e Iliana aunque no tanto. Arlet e Iliana llegaron a la par de los chicos, Honey y Elix se retiraron a sus habitaciones y la mayoría del refugio estaba durmiendo. La luz era proporcionada por las luces que colgaban de los árboles y que permitían que el lugar no estuviera a oscuras además de algunas luces provenientes de algunas cabañas.

Llegando a la cabaña asignada Yannick saca de su bolsillo una llave de metal dorado, la cual tiene forma de la rama de una rosa, con espinas y hojas, en la parte baja y en la punta tiene una rosa tallada.

- Hogar dulce hogar. – dice Yannick luego de darle la llave a Elian -. Los amo a ambos. – agrega para después darle un abrazo a cada uno y esperar a que Iliana termine de despedirse de ellos con algunos abrazos y lágrimas de por medio.

Cuando los padres de Elian y ahora legalmente suegros de Arlet se han retirado, el chico coloca la llave en la cerradura y luego de darle una vuelta, la puerta se abre y luego de buscar el interruptor, la luz de la sala se enciende. La cabaña es parecida a la de los padres de Elian, tiene un pequeño recibidor en el cual está una mesa con unas flores las cuales Iliana llevo esa tarde. Le sigue la sala a la izquierda y el comedor junto con la cocina a la derecha, los muebles de la sala dan a una pared de vidrio que provee luz y una gran vista al lugar, lo que más le encanta a Arlet es que no hay paredes que dividan la sala de la cocina. 

Luego de un pequeño pasillo está una habitación a la derecha y una a la izquierda junto con un pequeño baño al fondo del pasillo. El interior como el exterior son rústicos al igual que el mobiliario que es de madera y vidrio, el lugar huele a madera de pino y canela dándole un toque más hogareño.

Ambos caminan a la habitación de la izquierda, al abrir la puerta y encender la luz se encuentra una cama individual con sabanas de color verde pastel, una pequeña mesa de noche con libros y algunas maceteras con cactus sobre ella y un armario de madera recostado sobre una de las tres paredes blancas, la otra pared es de vidrio que se encuentra cubierta por cortinas del mismo color de las sábanas. Le quitan los zapatos a Arlan y lo recuestan sobre la cama para después arroparlo y darle un beso en la frente, apagan la luz y salen del cuarto.

La alarma del refugio suena por unos segundos para después apagarse de golpe, algo que es muy extraño pues cuando esta suena tarda cinco minutos para apagarse. Los chicos dejan a Arlan dormido en la habitación y salen rápidamente de la casa. Al parecer nadie más escucho la alarma, seguramente todos están dormidos y con razón, ya que deben ser pasadas las diez de la noche. Los chicos abren las puertas traseras del refugio y luego de salir las cierran. Fuera del refugio, el lugar está completamente oscuro y el sonido de los grillos es el único que se escucha, las luciérnagas provocan pequeños y cortos destellos de luz.

Se dirigen a la pared en la cual se encuentra la alarma, pues hay una dentro y fuera del refugio la cual es un pequeño botón que solo podrías presionar si supieras exactamente dónde está lo que hace que se presione cuando es necesario y no por error. Elian saca un encendedor que siempre lleva consigo, lo enciende y lo acerca al lugar en donde se encuentra la alarma, pequeños hilos de sangre se encuentran sobre este haciendo que tanto Elian como Arlet se vean entre sí. 

Tratan de seguir el rastro de sangre agachándose y recibiendo luz de encendedor, asombrosamente logran llegar al lugar donde la sangre se convierte en un charco y el cuerpo de un chico que no pueden diferenciar se encuentra tirado y sin vida.

Arlet se lleva las manos a la boca, asombrada y le da una mirada de soslayo a Elian cuyo rostro se encuentra preocupado.

- Debemos ir a pedir ayuda. – susurra Elian, pero el sonido de una rama quebrándose los pone alerta.

Un golpe en la nuca de Arlet hace que esta caiga al suelo, desmayada y que lo último que vea, antes de caer en la oscuridad, sea a un Elian gritar mientras la ve para que luego este también sea golpeado, caiga al suelo y se desmaye al igual que ella.

Como pueden cambiar las cosas en segundos.


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