Capítulo IX

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Arlet detiene el aeroauto a unos cuantos metros del refugio. Baja a tierra y cambia a modo terrestre continuando con su trayecto hasta llegar a la entrada trasera del refugio, todos, incluida Honey, se han quedado dormidos. Un escáner se encarga de reconocer el auto y a sus pasajeros, las puertas se abren y el vehículo entra. Una vez seguros dentro del refugio las puertas se cierran, pero los integrantes no bajan.

Arlet ve a Elian con la cabeza pegada en la ventana y con Arlan en sus brazos completamente tranquilos como si nada hubiera pasado, descansando de la locura del mundo. Honey está acurrucada sobre el resto del asiento con su cabeza pegada al respaldar del mismo, Arlet sonríe, al menos ha podido dormir aunque sea por un momento, sin preocupaciones por tener que regresar a la realidad en donde la única familia biológica que le quedaba ya no está.

Arlet baja el asiento hasta que queda lo más parecido a una cama, se recuesta en la acolchonada superficie y en segundos se queda dormida. Viéndolos de esa forma pareciera que tuvieran una vida tranquila y despreocupada, nadie pensaría que sus vidas corren peligro a cada segundo solo por servir a su Rey. Pero en ese momento simplemente duermen y suenan con que al abrir los ojos su ahora realidad se esfume; aunque todos sepan que eso no va a pasar porque son perseguidos, porque los quieren muertos.

El sol del mediodía quemando el rostro de Elian logra que este se despierte, desearía no haberlo hecho porque su cuello duele y sus brazos están dormidos, ve a la razón de sus adoloridos brazos lanzar un bostezo, poco después sus ojos se abren y este le ofrece una sonrisa inocente. Elian se la devuelve sin explicarse como es que después de un suceso tan traumante está tranquilo, feliz.

Nunca ha tenido que pasar por algo así, refiriéndose a perder a sus padres, la perdida familiar más cercana que tuvo fue la de su tío Adrick, el hermano de su padre; y no es como que tenga muchos recuerdos de su muerte solo sabe que fue otra de las muertes estrenadas en el Coliseo. Su padre no le cuenta mucho de él y esto que falleció cuando él tenía seis años.

Dirige su mirada hacia su prometida la cual está profundamente dormida al igual que Honey, claro que esto no dura mucho porque Arlet se levanta del lugar, aun con el cabello sobre su cara y ojeras bajo sus ojos les dedica una sonrisa. Honey empieza a estirarse y se levanta con el pelo alborotado, que sea colocho no ayuda mucho, y sus ojos rojos. Les brinda una sonrisa que luego se vuelve algo triste por una buena razón, duele mucho volver a la realidad y más a una tan cruda como la que ella está pasando en ese momento.

- Creo que es hora de bajar. – menciona Arlet, Honey niega tal vez aferrándose a los recuerdos que cree que se desvanecerán al salir del auto o probablemente en una forma de protegerse de la realidad que le espera al salir del lugar. 

Tendrá que observar la cabaña en la que las tres vivían, las familias y parejas casadas no duermen en las habitaciones del refugio, sino que en pequeñas cabañas de madera algo alejadas del complejo a manera de darles espacio, sabe que su corazón va a romperse aún más ante los momentos grabados en su lugar y ella no podrá olvidarlas pues las verá inconscientemente cuando pase por la cocina en la que su madre le preparaba deliciosas comidas o en la habitación en la que dormían todas juntas. No puede, no cree poder.

- Si quieres puedes quedarte conmigo en mi cama, no habrá mucho espacio y mis compañeras de cuarto estarán allí, pero no tengo problema en que te quedes. – menciona Arlet sabiendo lo que le sucede, por algo es su mejor amiga. Honey le sonríe y asiente sin mediar palabra, pone su mano en la manilla del aeroauto y la abre con determinación; los ve a todos Elian le sonríe al igual que Arlet; suspira y baja del vehículo.

Segundos después salen los demás y lo primero a lo que se enfrentan es a las miradas confundidas de los demás, todos se acercan hacia el complejo. Posteriormente los padres de Elian salen del lugar quedando a unos pasos de ellos, al ver las miradas de los chicos y sus rostros con algunas gotas de sangre además de la ausencia de la madre y hermana de Honey; saben lo que sucedió. Rápidamente se acercan a ellos y separan a la multitud que se amontonó alrededor de los chicos para así poder entrar al lugar, se refugian en la habitación de Elian la cual está vacía, ya que seguramente sus compañeros han de estar almorzando.

Todos se sientan en la parte baja de los cuatro camarotes de la pequeña, pero funcional habitación de color blanco, el lugar está limpio y un olor a café que viene de uno de los aromatizantes vuelve más relajante el cuarto. Hasta sienten pena de ensuciar con sangre, tierra y cenizas las sábanas blancas de las camas, pero igualmente se sientan.

La madre de Elian busca unas toallas en el pequeño baño, el cual solo tiene un inodoro y un lavabo pues las duchas se encuentran en otra de las partes del complejo; las moja y las usa para limpiar el rostro y las manos del pequeño Arlan. Elian trae más toallas para él y las chicas mientras Yannick va a la cocina por agua para ellos.

Luego de limpiarse y beber el agua que trajo el padre de Elian, él junto con su esposa Iliana se sientan frente a ellos en un claro deseo de saber lo que paso. Con un suspiro Elian procede a relatarles los sucesos, terminado el relato la madre de Elian tiene los ojos cristalizados y lágrimas en sus mejillas mientras su esposo acaricia su cabeza. Las chicas simplemente lloran en silencio mientras se abrazan, Elian traga grueso y deja salir las lágrimas que ha tratado de detener con un tranquilo Arlan sentado en sus piernas.

El ambiente es pesado y melancólico, simplemente lloran porque justo ahora no tienen deseos ni de retener las lágrimas.

El ambiente es pesado y melancólico, simplemente lloran porque justo ahora no tienen deseos ni de retener las lágrimas

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