Capítulo XXIV

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Todos se toman un momento para respirar y descansar. En ese instante muchos aún no podían creer que habían logrado escapar de los cazadores, que habían burlado a Ciudad Coliseo y aunque fuera de pequeña manera esta era la victoria para ellos, para los que seguían luchando, para aquellos que aun siendo perseguidos no se habían rendido.

Honey empieza a guiar a los cristianos por el túnel que los llevara al refugio, pues todos los misioneros conocen el destino de estos quienes en este caso serian Honey, Arlet y Elian. Con linternas que encuentran en las paredes del lugar los allí presentes se relajan y caminan con calma sabiendo que allí están seguros. Arlet sin embargo está nerviosa pues desde que Elian subió por ese ascensor no ha vuelto a saber de él y la sola de idea de que pudiera estar capturado, o peor aún muerto, la asusta.

- ¿Arlet? – la voz tras el intercomunicador hace que la pelinegra suelte un suspiro de alivio y que sus emociones se descontrolen, por lo que no sabe si reír o llorar.

- ¿Elian? ¿Estás bien? ¿Estás herido? – pregunta la mencionada de golpe, una suave risa se escucha al otro lado de la línea.

- Túnel B12. – es lo único que el chico menciona. Honey observa a la pelinegra quien luego de susurrarle un "Elian" hace que la morena asienta con la cabeza.

- Yo me ocuparé del grupo. – agrega Honey al ver su rostro preocupado o aliviado, no sabría decir solo uno -. Ve a rescatar a tu príncipe. – bromea al no saber que más decir, logra su objetivo cuando Arlet le da una sonrisa y sale corriendo en busca de Elian, luego de que doble a la derecha deja de observarla –. El amor. – susurra enternecida y con un toque sarcástico, para luego continuar guiando al grupo hacia el refugio.

Arlet corre por los túneles alumbrándose con la linterna que lleva en la mano, de vez en cuando dobla a derecha o izquierda, afortunadamente para ser un misionero el principal requisito es memorizar la distribución de los túneles lo cual resulta muy útil y gracias a estos han conseguido librarse de los cazadores en incontables ocasiones. 

El túnel B12 se encuentra algo alejado de donde estaban, pero debido a la velocidad, o la ansiedad no se sabe, llega rápidamente a su destino. Casi se estampa con la pared de tierra cuando ve, gracias a una linterna que está en el suelo, a Elian tirado en el piso, sin moverse, su respiración es pausada y poco notable. Se congela por unos segundos, pero reacciona cuando Elian se mueve.

- ¿Elian? – pregunta ella acercándose a él y sentándose en el suelo, a la par del chico. El mencionado abre los ojos y esboza una sonrisa al verla, su rostro está sucio y tiene pequeñas cortadas en su rostro de las cuales brotan hilos de sangre que caen por su cara.

- Tardaste demasiado. – bromea.

- ¿Estás herido? – pregunta ella observándolo por completo en busca de algún daño.

- Un simple roce en la pierna derecha. – anuncia e inmediatamente la mirada de Arlet viaja hasta el lugar indicado, ve el traje desgarrado en el muslo de la pierna, pero que resulta difícil de notar gracias a la sangre y la tierra del túnel. La chica busca en su mochila el botiquín que siempre carga consigo y apunta mentalmente echar uno en las mochilas de los chicos, pues al parecer ninguno de ellos considera importante cargar uno, cosa que ahora de seguro van a replantearse.

Arlet rompe un poco más el traje para luego limpiar con una gasa la sangre y quitar la tierra, esto permite ver la herida que es del tamaño del dedo menique, pero no es muy profunda. Saca el bote de alcohol del botiquín y luego de darle una ojeada rápida a Elian vierte el líquido sobre la herida causándole un sobresalto al chico.

- No me morí del disparo solo para que tú lo hicieras. – bromea con la voz ahogada, Arlet ríe por sus palabras y prosigue a vendar la herida. Terminado el trabajo coloca la cabeza de Elian sobre sus piernas y se recuesta en la pared por un rato tomándose un momento para tranquilizarse y dejar ir todas las emociones que ha tenido en una sola noche. Solo quiere llegar al refugio, conseguir un abrazo de Arlan y dormir un día entero.

- ¿Estás listo para irnos? – pregunta Arlet a Elian, este asiente y con ayuda de la chica consigue levantarse, aunque cojea un poco paso a paso caminan por los túneles dispuestos a llegar de una vez por todas al refugio.

- ¿Cómo estará el pequeño mimado? – pregunta Elian refiriéndose a Arlan quien ahora se había convertido en la sensación de todo el refugio y era constantemente arrebatado por todo el mundo ya sea para jugar con él o llevarlo a pasear por el lugar.

- Seguramente dormido. O si no siendo malcriado por tus padres. – responde Arlet, los padres de Elian se habían encariñado con el pequeño como si fueran sus abuelos.

- Tienes razón. Menuda noche. – agrega Elian negando con la cabeza, en esencia había sido una noche de locos tanto que deseaban jamás en su vida volver a pasar por algo así.

- ¿Sabes que es lo que más me preocupa? – pregunto Arlet ante sus palabras, un "ujum" por parte de Elian la hizo continuar -. Que siempre, luego de batallas duras, vienen otras peores; que luego de fuertes vientos vienen huracanes y que después de grandes tormentas vienen tsunamis.

- Tienes razón, hay veces en las que cuando acabo de pasar por una situación difícil simplemente veo al cielo y dijo: Señor, yo sé que después de esta lucha va a venir una peor. – risas por parte de ambos retumban a lo largo del túnel, cuando estas cesan Elian prosigue -. Lo único que queda es disfrutar de ese pequeño momento de paz y prepararse para lo que viene, recuerdo 2 Corintios 1:5 en el que Pablo dice: Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.

¡Y qué razón tenía Pablo! Ellos sabían las aflicciones a las que se enfrentaban por ser seguidores de Cristo, pero también conocían que Él los consolaba en los momentos de tristeza y les ayudaba a continuar cuando ya no tenían fuerzas.


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Escuchen la canción que esta arriba y si pueden lean la letra, siento que pega perfectamente con este capitulo. 

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