En el año 3095 Ciudad Coliseo cumple más de 100 años de persecución y asesinato a los cristianos, ¿qué podría tener de diferente esta vez?
Arlet no lo sabe pero las cosas iban a cambiar más de lo que ella imaginaba, para bien o para mal.
Pero nadie...
Los cazadores continúan disparando a diestra y siniestra, los campos de fuerza resisten ante estos, pero todos saben que no duraran para siempre, el niño llora escondido en los brazos de Arlet mientras la chica le acaricia el cabello y le da besos en la frente, Elian sabe que deben salir cuanto antes; busca en su mochila cualquier cosa que los ayude a escapar, toma un explosivo con la forma de un triángulo y observa a su alrededor, están pegados a la pared así que les será más fácil escapar.
Por medio del intercomunicador contacta con Honey explicándole lo que deben hacer y le enseña el explosivo que tiene en sus manos, ella y su hermana asienten ante su plan el cual no es perfecto, pero es el único que tienen por el momento y no es como si tuvieran mucho tiempo para idear otro. Los campos de fuerza empiezan a debilitarse, es el momento. Elian saca su mano del campo de fuerza y coloca el explosivo triangular al lado de la pared, lo enciende y vuelve a meter su brazo.
En cinco segundos explotará llevándose el campo de fuerza consigo y abriendo un agujero en la pared, tienen solo algunos segundos para salir por el agujero y escapar de ellos, Honey junto con su hermana deben hacer todo más rápido pues están algo lejos de ellos, pero mientras los demás salen ellas podrán cubrirlos con su campo de fuerza.
Cinco, cuatro, tres, dos, uno. Boom.
El aparato explota y casi se lleva la pared por completo. El campo de fuerza en el que están Arlet, Elian y el pequeño se desvanece; rápidamente Elian sale y saca a Arlet por el agujero, toma al pequeño de los brazos de Arlet mientras le grita a ella que corra para que encienda el aeroauto. Ella corre con Elian detrás de ella, el chico observa como salen Honey y su hermana del lugar pero con los cazadores siguiéndolas.
Arlet llega al auto y lo enciende, Elian le entrega al niño y corre hacia Honey y su hermana para ayudarlas, se coloca detrás de ellas y de sus manos dispara los discos hacia los cazadores, logra darles a varios los cuales caen al suelo, inmovilizados. Sigue atacándoles, pero no lo suficiente como para evitar el disparo que los cazadores lanzan e impacta en el cuerpo de Annie, la hermana de Honey. Esta cae al suelo y muere inmediatamente. ¿Cómo sé que está muerta? Porque el disparo le atravesó y le dejo un enorme agujero en el pecho. Honey se quita con el dorso de la mano las lágrimas que caen por sus mejillas, pero no puede dejar de correr.
Elian toma a Honey de la cintura y casi arrastrándola la mete en el auto junto con él. Arlet de inmediato eleva el vehículo y salen de allí; dejando atrás una cabaña incendiada, algunos cazadores inmovilizados y dos amigas muertas.
El amanecer hace presencia y algunos rayos del sol se cuelan a través de la ventana del aeroauto dándole un sentimiento más nostálgico a esa escena en la que Elian tiene al pequeño dormido en sus brazos, su piel es increíblemente clara, tiene el cabello de color dorado pero con algunas hebras negras y castañas.
Es asombroso el parecido que tiene con Arlet y Elian, empezando por el cabello que es una mezcla del de ambos chicos, su cara es fina e inocente, pero lo que deja completamente en shock son sus ojos que cuando los abre deja a Elian sin aliento, tiene heterocromía al igual que Arlet. Uno de sus ojos es de color azul celeste igual al de Arlet y el otro es café almendra con motas doradas, igual que los ojos de Elian. Cualquiera que los viera a ellos tres juntos; Arlet, Elian y el pequeño no podría pensar que no son familia.
- ¿Cuál es tu nombre pequeño? – interroga Elian al niño acurrucado en sus brazos. Él le ofrece una pequeña sonrisa antes de contestar:
- Me llamo Arlan. – que extraño era todo lo que estaba pasando, hasta su nombre era una mezcla de los nombres de ambos chicos. Arlet sonríe mientras los ve por el retrovisor, pero su sonrisa decae al ver a Honey con su mirada perdida, sus ojos ámbar ya no tiene ese brillo característico, están vacíos y apagados. Las lágrimas bajan por las mejillas de la morena como cascada, pero no emite ningún sonido ni mínimo sollozo.
Arlet deja caer las lágrimas que ha estado reteniendo, no solamente por el hecho de que dos personas a las que consideraba su familia ahora están muertas, también porque sabe el dolor que experimenta Honey el cual es asfixiante, no se puede expresar ese vacío en el alma y las ganas de dejar de vivir.
No le desea ese dolor a nadie, lamentablemente en estos momentos aquellos que siguen a Jesús tienen ese destino casi a la vuelta de la esquina. No es para cualquiera ser cristiano, no es para cualquiera dejarlo todo a causa de Cristo, no es para cualquiera morir por su Señor. Por extraño que parezca no negaría a su Creador por nada, no lo haría y cuando le pregunten por qué, está siempre será su respuesta: Cualquier sacrificio es pequeño comparado a lo que él hizo por mí.
¿Qué no es fácil lo que hay que soportar? Eso es seguro. Pero dejando todas las cargas en Dios, el camino se vuelve más llevadero, Él nos advirtió que en el mundo tendríamos aflicción, pero que confiáramos en el por qué él había vencido al mundo. Muchos creen que están locos, que su fe es ridícula, que su muerte es un espectáculo y probablemente para los demás lo sea pero no para ellos; aunque los persigan y los asesinen no tienen temor solo ansían el día en el que se reúnan con su Creador.
Sin embargo ella se encargará de recordarle a su amiga que no está sola, que tiene a alguien, aparte de Jesús, que la ama y que tiene una familia que va a sostenerla cuando vaya a caer. Porque todos tienen una misma causa, todos tienen una misma meta y todos tienen un mismo Dios.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.