Capítulo XVII

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Elian hace una señal de silencio a los chicos. Indica la puerta secreta y los demás comprenden. Elix se coloca al lado derecho de la puerta junto con Elian, las chicas se vuelven hacia atrás por si algo sucede y observan como los chicos buscan algún tipo de hendidura, al encontrarla Elian saca una vara pequeña, de unos quince centímetros, de metal y apretando el botón que tiene en el centro, esta se alarga.

La vara se amolda al tamaño de la hendidura y ambos chicos, a modo de palanca, empiezan a abrir la puerta. Cuando la han abierto por completo se encuentran con un compartimento de 2x2 el cual para sorpresa de todos está vacío, pero hay una tapa circular de metal, similar a la de las alcantarillas, en el suelo. 

Tiene una pequeña manija la cual los chicos halan y luego levantan, abriéndola. Esta resulta ser un pequeño agujero de tierra con luz proveída de una pequeña lámpara que está en una esquina, en este cuál se encuentran al menos diez personas, incluidos dos niños, estas observan con miedo a Elian, y a los pequeños se le escurren lágrimas de los ojos.

- Tranquilos, somos los misioneros. – dice Elian viendo a las personas que se encuentran allí -. Venimos a ayudarles.

Las caras de los allí presentes muestran una sonrisa, con la ayuda de los chicos empiezan a salir del agujero. Los pequeños, una niña y un niño, juegan con los rulos de Honey y observan intrigados los trajes de los misioneros, los que parecen agentes de una organización secreta o de espías para sus ojos.

- ¿Puedo tener un traje de esos cuando sea grande? – pregunta la pequeña a Elian, observándolo.

Elian sonríe en su dirección y se agacha hasta quedar a su altura:

- ¿Por qué quieres tener un traje de estos? – pregunta él a la pequeña.

- Porque yo también quiero ser un agente secreto como tú. ¿Puedes decirle a tu jefe que me dé uno a mí también? – le pregunta ella, inocente.

- ¿Sabes quién es mi jefe? – le pregunta Elian, la pequeña niega -. Mi jefe es Dios, es el mejor de todos y no solo es mi jefe es mi mejor amigo, él es mi todo, y es muy poderoso. – la niña lo escucha maravillada -. Yo puedo decirle que quieres unirte a su equipo, pero tú tienes que hacerle una promesa para siempre a él.

- ¿Cuál es? – pregunta.

- Lo amaras por siempre, le seguirás siempre y le hablarás a todo el mundo de él. – le responde él.

- ¡Lo haré, lo haré! – asegura ella.

- ¿Estás segura de que podrás hacerlo? – le pregunta Elian a lo que ella asiente, frenética -. ¿Lo prometes? – ella vuelva a asentir -. ¿Para siempre? ¿Sin importar nada? – la pequeña afirma.

- Para siempre. – asegura. Arlet sonríe triste, esa promesa exige demasiado y muchos no han podido cumplirla, pero eso no le importa a la pequeña. Muchas veces deberíamos ser como los niños, inocentes, leales, amorosos.

El sonido de una explosión y el posterior temblor a causa de esta nos descoloca a todos. Elian se dirige rápidamente a la puerta y la abre lo suficiente como para sacar su cabeza y ver que es lo que sucede. Sale, el corazón de Arlet late con fuerza y simplemente se imagina miles de escenarios con finales trágicos. Afortunadamente Elian entra al lugar haciendo que la pelinegra suelte el aire que estaba conteniendo sin darse cuenta.

- Son los cazadores. – no hay gritos de terror, ni caras trastornadas por la inseguridad, solo valentía, rostros que sabían a lo que se enfrentaban desde el momento que dijeron ser cristianos. Sabían que no sería fácil seguir a Jesús, sabían el precio, pero más que eso, estaban dispuestos a pagarlo -. Tenemos que salir como sea de aquí, por el frente no podremos ni por atrás, las salidas están cubiertas.

- ¿Una explosión? – propone Elix.

- No. – niega Arlet al igual que Elian -. Una explosión descubriría nuestra posición, es solo cuestión de tiempo para que nos encuentren y con una explosión lo harían más rápido.

- Exacto, no es una opción viable. – secunda Elian.

- El túnel en el que estábamos escondidos hay una salida subterránea, podríamos ir por ahí. – explica uno de los que estaban escondidos, seguramente el encargado de esa casa hogar. Todos asienten ante su propuesta, se escuchan los pasos de los cazadores por lo que se apresuran.

- Vale. Entremos, pero rápido, con un poco de ayuda de parte de Dios les tomará algo de tiempo descubrir la salida. – dice Elian. Todos se dirigen a prisa hacia el túnel, Elian espera a que todos entren y posteriormente cierra la puerta tras de sí.

Siguiendo al sujeto que propuso la idea todos corren hacia la salida, el espacio es reducido sin embargo logran llegar hasta donde hay unas pequeñas tablas cubriendo una cuadrícula por la cual puede pasar un adulto, agachado, claro está. Elian se detiene mientras todos salen, saca de su mochila varios explosivos triangulares, iguales a los usados en la muerte de la familia de Honey.

Los coloca en las bases del túnel para que cuando exploten no dejen rastro de este, aunque los cazadores son prácticamente inmortales si la explosión llega a lastimarles Ciudad Coliseo puede hacerlos volver a la vida prácticamente; Elian conoce que Ciudad Coliseo ha hecho lo imposible para dilatar la muerte, en dado caso pretenden ser Dios, pero todos tenemos fecha y hora en la que dejaremos de respirar y de ese término no podremos huir.

Muerte. Algo que para la mayoría, por no decir todos, los cristianos no teme. Viéndolo desde un punto de vista más pragmático la muerte para ellos estaba asegurada desde que decidieron seguir a Jesús. En ocasiones como esta, refiriéndose a situaciones en donde la muerte este a la vuelta de la esquina, la mayoría de las personas divaga en cómo sería ese momento si no hubiera hecho esto o aquello, si su vida fuera diferente; Elian no lo hace pues sin Jesús él no tendría una causa por la cual vivir ni un propósito por el cual luchar.

Y si le hubiera tocado vivir en un mundo paralelo en el que Jesús no fuera parte de su vida; él no sería nadie y en ese caso sería mejor no existir.


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Recuerden que es un borrador, debo editar varias partes y agregar varios detalles, lo cual haré cuando termine el libro. Espero estén disfrutando la lectura. Los quiero mucho pero Dios mas. 

P E R S E G U I D O SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora