Capítulo XXVIV

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Con cada paso que daba Elian se acercaba aún más al altar, las hojas del sauce que cubrían el tronco del árbol han sido sujetas con varios lazos dejando de vista a su padre Yannick parado al lado del tronco del árbol que había sido decorado con guirnaldas de flores. Arlan abraza a Yannick y este lo levanta en sus brazos.

- Es hora Elian. ¿Estás listo? – pregunta el padre a su hijo. Elian nunca había estado más listo para ese momento.

- Más que nunca. – responde convencido, su padre le dedica una sonrisa, baja a Arlan y abraza a Elian.

- Bien, ahora colócate a mi lado, la novia ya viene. – avisa Yannick y Elian obedece colocándose al lado izquierdo de su padre. La morena Honey corre para colocarse al lado derecho de Yannick dejando un espacio entre ambos en el cual ira Arlet.

Un agitado Elix se coloca a la par de Elian.

- Siento llegar tarde, revisaba que todo estuviera listo. – informa con voz cansada -. Y déjenme decirles que la comida se ve deliciosa. – todos ríen por su comentario.

- No te preocupes, espero que hayas traído los anillos. – responde Elian, la cara asustada de Elix ante la mención de los anillos preocupa al novio.

- Tranquilo, los traje. Que poca fe en mí tienes. – rápidamente Elix le da uno de los anillos a Honey, el cual deberá entregarle a Arlet. Elian niega con la cabeza, de inmediato el lugar se vuelve silencioso siendo el motivo la llegada de Arlet, atraviesa el campo de flores por el camino que han formado para que no pise las mantas en las cuales están sentados todos los refugiados. La pelinegra tiene un ramo hecho de margaritas y campanillas azules, el cual sujeta fuertemente con sus manos.

La madre de Elian, Iliana, se apresura a llegar a la par de su esposo Yannick, mientras tiene una sonrisa en el rostro y algunas lágrimas bajando por sus mejillas.

- Es hermosa. – susurra Elian al ver a Arlet caminar. Su cabello negro cae como cascada sobre sus hombros y aunque no puede ver su rostro a causa del velo concluye en que se ha enamorado aún más de ella, si es que eso es posible.

Cuando llega a su lado una gran sonrisa se coloca en su rostro y las lágrimas provocadas por la emoción de tenerla allí a su lado no se retienen y bajan por sus sonrojadas mejillas. Arlet limpia sus lágrimas con sus dedos, Elian sujeta su mano y coloca su mejilla en ella. La chica solo puede sonreír, su corazón desbocado impide que suelte palabra alguna y la emoción está presente en todo su cuerpo. Entrelazan sus manos y se ven el uno al otro.

- Esta tarde estamos aquí reunidos para unir en matrimonio a Elian Ryrie y Arlet Maxwell. He sido testigo, junto con mi esposa y todos los refugiados, del amor que ustedes se tienen. Yo he presenciado sus altos y bajos, he visto las numerosas veces en las que tuvieron miedo de aceptar sus sentimientos así como también pude ver la valentía que demostraron al amarse con fuerza sin importar nada. Son la verdadera representación de que lo que Dios une no lo puede separar el hombre. Ahora pueden decir sus votos y colocarse los anillos. – introduce Yannick, Elian habla:

- Muchas veces me negué a sentir algo por ti, pero solo bastaba que me vieras con esos hermosos ojos para aceptar que estaba enamorado de ti. Contigo descubrí el significado del amor y lo poderoso que este es, me atreví a amarte sabiendo que las probabilidades de perderte eran demasiado altas. Hoy frente a todos puedo decir que valió la pena lanzarme al vacío pues caeré contigo. Estaré para ti, siempre, te amaré y seré tu apoyo incluso después de que la muerte nos separe. – Elian sonríe y besa el dorso de la mano de Arlet. Elix le da el anillo, que ira en la mano de Arlet, a Elian y este lo coloca suavemente en el dedo anular de la mano izquierda de la chica, este hace juego con el anillo de compromiso y las gemas brillan a causa de los rayos del sol de la tarde.

- Siempre supe que perderte era una fuerte posibilidad y me dije a mi misma que no podía amarte pues si tú te ibas no sabría como continuar. Sé lo que es perder a alguien, sé cuánto duele y no creía poder resistir tu perdida. Hasta que finalmente me convencí de que no podía evitarlo por más que lo intentara, si Dios nos había unido no interesaban las negativas ni el miedo. Te amo más de lo que alguien podría imaginarse, estaré contigo a cada paso y te sostendré cuando ya no tengas fuerzas. Te amaré durante toda mi vida y lo haré aun cuando esta termine. – las lágrimas bajaban por el rostro de la pelinegra aunque nadie lo notara por culpa del velo. Honey le pasa el anillo, que Elix le había dado, a Arlet y esta lo coloca en el dedo anular de la mano izquierda de Elian.

- Por esto el hombre dejará a padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto lo que Dios junto, no lo separe el hombre. Mateo 19:5-6. Yo los declaro marido y mujer, puedes besar a la novia hijo. – informa Yannick.

Elian levanta el velo que cubre el rostro de Arlet, toma su rostro entre sus manos y junta sus labios, el primer beso como marido y mujer. Sonríen y comparten un largo abrazo mientras los refugiados aplauden con fuerza. Arlan se lanza a los brazos de ambos chicos, Elian lo carga y ambos besan sus mejillas.

Yannick los interrumpe un momento para que firmen el acta de matrimonio la cual los reconoce como marido y mujer, aunque para que el estado, ósea Ciudad Coliseo, lo haga ellos deberían llevar y entregar el acta al registro de la ciudad cosa que es imposible, por lo que la ficha se guarda en el refugio, en un archivero en donde están almacenadas cientos de actas de matrimonios que datan desde que inicio la persecución, en la espera de que algún día todo pase y sean reconocidos aquellos matrimonios que ahora solo conocen los almacenes de metal y las polillas.

Las firmas son escritas con rapidez y felicidad. Devuelto el lapicero ambos chicos observan el paisaje pensando en el futuro que les espera, pero sin miedo alguno, solo con fe, amor y esperanza.


Se me casaron mis hijos, ya puedo morir en paz

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Se me casaron mis hijos, ya puedo morir en paz. Jajaja, si supieran lo que mi malvada mente trama...

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