Capítulo XXXI

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Un dolor punzante en la nuca de Arlet logra que la chica se despierte. Trata de abrir los ojos algo confundida antes de que todos los recuerdos del suceso lleguen a su mente y provoquen que abra los ojos de golpe. Una luz blanca y brillante le molesta los ojos hasta que se acostumbra a la luz, mira a Elian tirado en el suelo de concreto a unos pasos de ella y se apresura a llegar a él, se arrastra por el piso y cuando se encuentra cerca de él trata de despertarlo. Nota que no tienen su ropa, la cual era sus trajes de boda, si no que tienen un pantalón negro como de pijama y una camiseta blanca.

- Elian. – susurra moviendo su hombro, el chico se despierta de golpe y su primer acto es abrazarse al cuerpo de Arlet, con fuerza, con la preocupación latente. Elian le da una repasada al lugar, parece ser una vieja bodega la cual es de cemento por completo a excepción de una puerta de metal, tiene unos cuatro metros de altura y hay varas gruesas de metal incrustadas en el techo separadas varios centímetros de este y con un espacio de treinta centímetros de separación entre ellas.

- ¿Dónde estamos? – pregunta Arlet aunque sabe que no obtendrá respuesta, lo que le consuela es que Arlan está seguro y que probablemente los del refugio se den cuenta de su desaparición, o tal vez no.

- Creo que deberíamos preguntarnos ¿Quién nos tiene aquí y por qué? – responde Elian, pensativo.

- ¿A qué te refieres? – pregunta Arlet confundida.

- Piénsalo Arlet, ¿Quién era el sujeto muerto? ¿Por qué encendió la alarma del refugio? Sabes que solo podrías encender esa alarma si supieras exactamente donde esta, así que debe ser del refugio. ¿Quiénes lo mataron y porque tan cerca del refugio? Deberíamos empezar a pensar que ese suceso sería más grande y que nosotros les arruinamos los planes. – fórmula Elian, Arlet puede concluir que tiene razón, probablemente alguien planeaba atacar el refugio.

- ¿Quiénes lo planearon? ¿Quiénes están detrás de todo esto? Porque no creo que sea una sola persona. – expone Arlet, Elian asiente y un momento de silencio se instala en el lugar.

- ¿Y si Ciudad Coliseo es la culpable? – pregunta Elian.

- ¿Cómo? El refugio se ha mantenido en secreto por más de cien años. – expone Arlet confundida.

- ¿Y si tuvieran a alguien dentro como lo sospechábamos? – Elian había presentido que algo andaba mal desde el principio, desde la primera misión de Elix, no -. Elix por ejemplo. – termina de decir, deseando que no sea verdad porque se había descuidado aunque sospechaba de él creyó que era incapaz de hacer algo así, pero ahora era el único sospechoso que se le venía a la mente.

- No lo sé Elian. – concluye Arlet, pensativa. Por una parte no quiere creer que alguien que ha estado tan cerca de ella y de los que la rodean sea capaz de traicionar a los que le han brindado ayuda.

El rugido de la puerta de metal al ser abierta causa que ambos chicos dirijan su mirada a esta de la cual entran sus peores enemigos: los cazadores. Se abrazan el uno al otro mientras tres cazadores traen en sus manos cadenas de metal.

- Buenos días. – anuncia uno de ellos con voz alegre y a la vez cínica, la mitad de su rostro, el humano, da a entender que tiene unos treinta años y la forma puntiaguda de su cara lo hace ver malévolo, su piel es extremadamente blanca y sus ojos verde brillante ven a los chicos con diversión -. Nos divertiremos mucho juntos. – anuncia su voz chillona.

- Déjalos. – regaña otro de ellos, aparenta tener veinte años, su piel es morena y al contario del anterior el color de sus ojos es verde militar, apagado. Su voz suena enojada y ahogada, como si no quisiera estar allí.

- Parecéis críos. – dice una chica con cabello pelirrojo, piel clara y ojos verde lima =. Dejaros de locuras y hagamos lo que tenemos que hacer. – ordena -. Hola, mi nombre es 0405, pero prefiero Bloom. El moreno es 1945 o Fierce y el otro es 2103 o Smile. – los presenta la chica, Bloom, parece simpática.

- ¿Por qué estamos aquí? – se atreve a preguntar Elian, la pelirroja lo observa.

- Primero lo primer. Somos cazadores de Ciudad Coliseo, nos dedicamos mantener la paz y cuidar los intereses de la ciudad, uno de nuestros trabajos consiste en llevar a los cristianos a la justicia. Vosotros sois cristianos por lo que ahora os presentaremos dos opciones: niegan su fe y viven o la mantienen y mueren. – olviden su "simpatía".

- Claro que si deciden mantener su fe tendrán que someterse a muchos procesos "no deseados" mientras esperan la hora de muerte la cual se llevara a cabo en un espectáculo del Coliseo, aunque creo que es ya lo saben. – interrumpe Smile, como siempre con una sonrisa. Claro que sabían que si decidían mantener su fe los cazadores se encargarían de torturarlos hasta que desistieran o llegara la hora de su muerte, lo que pasara primero.

- Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Filipenses 1:21. – dice Elian con voz firme y mirada fiera, viendo a los cazadores sin temor alguno.

- Bien, has firmado tu sentencia de muerte, mientras esta llega haremos que disfrutes tu decisión. – habla Bloom con sarcasmo -. ¿Y tú chica? ¿Qué eliges? – pregunta dirigiéndose a Arlet.

Arlet sabe, al igual que Elian, lo que significaba vivir para Cristo, sabían que tenían que enfrentarse hasta a la misma muerte, pero no se arrepentían y su decisión ya estaba tomada desde que decidió seguir a Cristo. La vida que escogieron vivir estaría llena de obstáculos, de problemas, de tormentas; los enemigos se encargarían de hacerles desear la muerte, de golpearlos, de asesinarlos, pero ¿no hicieron lo mismo con su Señor? Si el Rey de reyes tuvo que enfrentarse a latigazos, desprecios y muerte ¿qué no les esperaría a ellos? Prácticamente estaba escrito que iban a sufrir y ¿valía la pena? Sí, valía cada segundo.

Arlet habla:

- Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Romanos 14:8.


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