Los vampiros, brujos y lobos se han mantenido en secreto durante siglos, según ellos, nada podría hacerlos cambiar de opinión. La academia Haywood resguarda a seres mágicos y los ayuda a para su futuro, aunque todo parece cambiar luego de la llegada...
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SICK
CAMILLE. Lyra no estaba por ningún lado, la estaba buscando para que fuéramos juntas a clase pero ni siquiera se aparecía por los pasillos. Llegue a su habitación y entre directamente, estaba en su cama acostada, casi dormida.
— Lyra, ¿que haces en la cama? Tenemos que ir a clases —le dije mientras me acercaba a ella.
No se inmutó en responder y solamente me miró, se veía decaída y sus mejillas estaban de un color carmesí, puse una de mis manos en su mejilla.
— Dios, estas ardiendo —toque si frente y estaba igual de caliente que su mejilla.
— ¿Cami? —murmuro débilmente.
— Te ves terrible, espera, llamaré a Lizzie —salí de la habitación.
(...)
— Es gripe, por la fiebre alta tal vez balbucee cosas sin sentido —dijo la enfermera.
— Ya veo —murmuro Lizzie.
— Es mejor estar vigilándola por lo menos dos días, aparte de hoy —la enfermera dejó unas pastillas sobre la mesa de noche de Lyra.
— Yo puedo quedarme si quiere —le dije a Lizzie.
— No, debes ir a clase —me dijo—. Yo la cuidaré ahora, después del medio día podrás quedarte con Lyra.
(...)
— ¿Donde está Lyra? —preguntó Jackson sentándose frente a mí.
— Agonizando en su cama —dijo Ethan, le peque una patada debajo de la mesa en la pierna—. ¡Au!
— Está enferma, es todo —lo corregí.
— Sólo está... alucinando un poco por la fiebre —Edward explico.
— ¿Fuiste a verla? —le pregunté.
"Eres a la primera persona que se lo digo"
— Sí, Lizzie me aviso —dijo.
— Entiendo —murmure.
Estábamos Jackson, Edward, Ethan, Caroline, Shawn, Dylan, Anne, Liv y yo sentados en el comedor, no sabíamos donde estaban Bella, George, Max y Orion pero suponemos que están por ahí, tal vez en clases.
Y por suerte ha habían regresado a su edad normal.
— Deberíamos turnarnos para cuidar a Lyra —sugirió Caroline.
— Caro tiene razón, siempre es la primera en ayudarnos —siguió Dylan.
— Podríamos hablar con Lizzie, tal vez pueda darnos unos permisos —alce los hombros.
